La creciente venta de miel de abeja adulterada en el mercado nacional pone en alerta a los apicultores, quienes gestionan programas para controlar esa práctica.
Uno de los grandes problemas es que en el mercado se ofrecen productos con etiquetas de diseños llamativos y colores muy fuertes que ocultan en letras muy pequeñas la palabra jarabe.
Eso implica que el contenido real de la miel de abeja es muy bajo y que no es producto puro, explicó Ana Cubero, gerente del Programa Nacional de Apicultura.
Cubero aseveró que las mieles adulteradas se venden en nuestro país a precios muy bajos, “casi ridículos en relación con los costos que realmente tienen los apicultores nacionales”.
Ese problema llevó a que los ministerios de Economía, Industria y Comercio (MEIC), de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) coordinen una serie de acciones de defensa del consumidor para prevenir engaños.
En particular se llama a los consumidores a leer con cuidado las etiquetas.
La producción en las 34.000 colmenas dedicadas a ese fin fue de unos 748.000 kilos en el 2010, lo cual representa unos 22 kilos por cada colmena, según los datos aportados por Cubero.
La producción se ha visto afectada por una conducta evasiva de las abejas, que se unen a una gran cantidad de enjambres y, con ello, afectan la producción.
Es por eso que la producción del año pasado fue prácticamente igual a la de hace tres años, pese a que en aquel tiempo apenas había 8.000 colmenas en el país.
El promedio de producción por colmena pasó en ese período de 30 kilos a apenas los 22 kilos.
Sin embargo, la demanda hace que el negocio se considere bueno. “El pueblo de Costa Rica es un excelente consumidor de miel de abeja, por lo que se puede decir que la totalidad de la producción se destina a la demanda interna”, aseveró Cubero.
Otra de las ventajas de los productores en el mercado interno es que los precios son prácticamente semejantes a los que les pagan los intermediarios o acopiadores en Centroamérica.
Tal situación desestimula una búsqueda de la exportación y, por tanto, se busca más fortalecer la demanda interna de la miel.
Actualmente, el productor vende el barril de 300 kilos a un promedio de ¢500.000 y la botella de 750 gramos a un valor de entre ¢3.500 y ¢4.000.