Nos enseñan en Ciencias Económicas que el apalancamiento es un arma de doble filo. Me pregunto: ¿quién le enseña este riesgo al resto de profesionales o al ciudadano?
A los recursos invertidos en un negocio, o a título personal, los llamamos activos . Si estos los hemos financiado con recursos propios lo llamamos patrimonio y si lo hemos hecho con deudas, pasivos .
Existe una regla que consiste en que la suma de los activos tienen que ser siempre iguales a la suma de los pasivos y el patrimonio. Por apalancamiento entendemos el nivel de deuda y, se mide, sea como un porcentaje de los activos o una comparación del número de veces que los pasivos superan al patrimonio.
Por los pasivos, sus dueños, los acreedores, cobran un porcentaje adicional al saldo de la deuda: la tasa de interés. Se dice que el apalancamiento es un arma de doble filo, porque si se obtiene un rendimiento mayor a su costo, hay una ganancia trabajando con dinero de otros.
Lo anterior puede ser una gran tentación y, según mi experiencia, se puede convertir en un vicio y el deseo de seguir creciendo de prestado nos puede llevar a una situación en donde sucede todo lo contrario: el rendimiento fue menor al costo, por lo que empiezo a perder patrimonio y podría quebrar. Eso significa perder el negocio, la casa o el carro, o convertirse en una lacra para los bancos dado que la regulación actual, ante el no pago, convierte al deudor en no sujeto de crédito por cuatro años.
El apalancamiento por sí mismo no es malo, pero su abuso sí. Por tanto, más que promover topes a las tasas de interés, soy del criterio que es obligación de las autoridades y de los acreedores, educar, ser transparentes y suministrar información al deudor sobre la tasa de interés efectiva, las alternativas de financiamiento que existen en el mercado y sus costos. Toda persona con independencia de su ocupación o profesión, debería recibir educación financiera básica.
Mi propuesta es que la educación financiera debe ser parte del Plan Nacional de Desarrollo, pues un pueblo educado financieramente es garantía de éxito para las empresas, así como de estabilidad política y social de las familias.
Una propuesta es obligar a los acreedores comerciales a reportar las deudas de sus clientes a la Central de Información de Deudores de la Superintendencia de Entidades Financieras, para que los acreedores puedan ver su nivel real de apalancamiento. Ya lo decía el economista Keynes: si te debo un dólar, tengo un problema; pero si te debo un millón, el problema es tuyo.