Su plan reduciría la deuda hasta en $4 billones en el próximo decenio al sacrificar a las vacas sagradas de ambos partidos. Los republicanos tendrían que aceptar un alza de impuestos, mientras que los demócratas aceptarían recortes en programas populares como la atención de salud a ancianos y familias pobres (Medicare y Medicaid) e incluso quizás la seguridad social.
Las negociaciones tienen un aire de urgencia.
La mayoría de los republicanos y algunos demócratas en el Congreso han dicho que no votarán para financiar las operaciones del Gobierno federal sin que primero se adopten acciones concretas para lidiar con la deuda nacional. Se prevé que el Gobierno alcance su techo de deuda de $14.300 billones a mediados de mayo. El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, dice que se están dando pasos para aplazar hasta julio lo que sería una suspensión de pagos sin precedentes.
Geithner y un creciente número de líderes empresariales dicen que una mora estadounidense de la deuda pública hundiría al país, y quizás al mundo, en una segunda crisis financiera.
Pese a la oposición de altos líderes de los dos partidos, los seis senadores esperan contar con el respaldo de muchos de los 64 senadores que en marzo le escribieron al presidente Barack Obama para demandar su apoyo a un esfuerzo.