San Francisco
Un boicot publicitario contra YouTube continuó creciendo este viernes 24 de marzo, una señal de que las grandes compañías dudan de la capacidad de Google para evitar que sus anuncios aparezcan en videos reprobables.
PepsiCo, Walmart Stores y Starbucks se sumaron a la lista de firmas que anunciaron la suspensión de sus anuncios en YouTube, después de que The Wall Street Journal encontró que los programas de automatización de Google colocaban sus marcas en cinco videos con contenido racista.
AT&T, Verizon, Volkswagen y otras compañías retiraron sus anuncios a inicios de esta semana. Las deserciones siguen a pesar de que Google se disculpó por dañar a las marcas y delineó pasos para asegurar que los anuncios no aparezcan en videos reprobables.
Si Google no logra recuperar a sus anunciantes, esto podría resultar en millonarias pérdidas en ingresos por publicidad. Sin embargo, la mayoría de los analistas duda que el boicot afecte seriamente a Alphabet Inc., dueña de Google.
Eso sí, la publicidad en Internet es el principal motor del crecimiento de Google, por lo que las recientes deserciones de anunciantes son más preocupantes aun porque ocurrieron cuando el grupo intentaba aplacar la crisis prometiendo reforzar sus filtros de seguridad.
Poco impacto, pero... Si bien se asegura que el boicot tendrá poco impacto en el corazón de las finanzas del gigante de Internet estadounidense, se podría cuestionar ciertas prácticas en el mercado.
Los analistas reconocen que la situación tendrá un impacto financiero en el gigante de internet, pero relativizan su profundidad, por el momento.
Morgan Stanley recordó que las actividades publicitarias de Google están distribuidas entre "millones de clientes" y en una serie de plataformas.
Las plataformas más afectadas por el boicot representan un 10% de sus ingresos publicitarios netos, e incluso con una estimación draconiana de pérdidas de clientes, el impacto debería ser limitado a un 1% del monto total de negocios de Alphabet, calculó el banco.
"Es un golpe para sus ingresos, pero es un golpe mayor en su imagen, en su reputación", indicó Charlene Li de la firma analista Altimeter Group.
Pero una solución no es fácil. Google necesita equilibrar su deseo de satisfacer a sus clientes y aquellos que suben videos a YouTube, quienes son libres de llevar sus contenidos a otras plataformas si no están satisfechos con la distribución de ingresos por la venta de publicidad.
La situación ilustra sobre todo los límites de la publicidad "programada", regulada automáticamente por computadoras, que han sido en los últimos años el corazón del crecimiento de Google, y más globalmente de todo el mercado de la publicidad en línea.
Los algoritmos que gestionan la venta y compra de espacios publicitarios por medio de Google, Facebook o AOL (grupo Verizon), limitan el margen de control de los anunciantes.
Éstos eligen, generalmente, palabras clave para filtrar los contenidos junto a los cuales aparece su publicidad, con la expectativa de apuntar mejor a su audiencia y que sus campañas sean más eficaces.
Google y Facebook suspendieron el año pasado la publicación de anuncios en portales que difundían informaciones falsas, después de una polémica sobre su supuesta influencia en la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
En febrero, YouTube además puso término a contratos publicitarios con su mayor cliente PewDiePie, que publicó videos con insultos antisemitas y referencias nazis.
"Fácilmente puedo ver la reacción actual transformarse en una más fuerte contra (los sistemas de) programación, que podrían ralentizar su crecimiento considerablemente, con un impacto en Google y en otras industrias de la publicidad y de las tecnologías publicitarias", advirtió Jan Dawson, analista de la firma Jackdaw, de investigación en servicios de tecnología y software.