Debido a su complejidad, es cada vez más común que las parejas cedan gran parte de la organización de la boda a un consultor, también conocido como wedding planner .
Según Rodrigo Vásquez, de Amazing Weddings, no es necesario entregar todo el proceso, pero conviene ceder una parte.
Los organizadores se encargan de todos los detalles, desde el momento del compromiso hasta el día de la boda.
Están preparados para ayudar a la pareja a definir prioridades, armar el presupuesto y crear la cartera de proveedores.
Cada empresa tiene su esquema de trabajo, aunque usualmente todas ofrecen paquetes, indica Blondell Thomas, organizadora de estos eventos.
El cobro de honorarios se da en varias modalidades. Una es la tarifa fija por paquete, según labores asignadas o por estimado de horas dedicadas.
Vásquez explica otra forma que consiste en el cobro por comisión. Se suman todos los servicios contratados a través del organizador, y del monto se cobra una comisión que puede estar entre 15% y 20%.
Contratar una asesoría completa durante un año podría costar ¢600.000 como mínimo.
Y, si solo se requiere un maestro de ceremonias, los precios comienzan en ¢50.000.
Detalles. Está en boga hacer recepciones temáticas o introducir detalles especiales a la boda.
Un organizador cuenta con un listado de proveedores que pueden estimular la creatividad, pero también la factura. Por ejemplo, la liberación de mariposas y el uso de pupas en arreglos o recuerdos.
Una actividad que puede ser toda una experiencia para los novios es la videocápsula: una caseta con cámara de video para que los invitados graben mensajes para los recién casados.