Los profesionales en inversiones tienen una nueva tarjeta de presentación en sus reuniones: el cielo podría caerse pronto.
Aunque Grecia retrocedió un paso de caer al abismo, la posibilidad de una moratoria sigue siendo un temor entre el mundo.
La crisis de la deuda de Europa, así como los desastres naturales y los levantamientos políticos están motivando a los inversionistas, tanto grandes, como pequeños, a buscar inversiones que prometan proteger sus portafolios en el caso de un Armagedón económico.
¿Le preocupa a usted que Grecia pueda quedar patas para arriba? Los llamados fondos “cisne negro” –denominados así por eventos raros e inesperados – ofrecen una forma de beneficiarse en el caso de un colapso del mercado.
¿Piensa que una desaceleración en Estados Unidos o China pudiera desencadenar una crisis económica mundial? Bueno, lo cierto es que están surgiendo nuevos fondos negociables en el mercado para ayudar a incrementar la confianza del inversionista.
Desde la crisis financiera, muchos inversionistas han prosperado por un repunte en los mercados. Sin embargo, acontecimientos recientes han llevado a que algunos se preparen para lo peor.
“De pronto, los clientes se dan cuenta de que el mundo no es tan color de rosa como había sido”, comentó Ahmed Fattouh, un ejecutivo de un fondo de cobertura.
“Tiene mucho sentido tener estas protecciones contra catástrofes”, agregó.
Es decir, protecciones contra lo que Wall Street llama “riesgo de catástrofe”: un desastre cuya probabilidad de ocurrir se estima en menos de medio punto porcentual.
Los inversionistas se enteraron del riesgo de catástrofe a golpes. Durante décadas, se promovió la diversificación –extender propiedades hacia acciones, bonos y otras inversiones – como la forma de proteger las inversiones de los colapsos del mercado.
Sin embargo, la crisis financiera probó que activos aparentemente no relacionadas podían caer al unísono. Como resultado, una cantidad creciente de inversionistas ahora quiere protección para el fin de los tiempos financieros.
Seguros. Estos fondos y ofertas, costosos y complicados, se pueden equiparar a un seguro.
Los inversionistas pierden dinero con ellos durante tiempos normales; pero ganan si golpea una catástrofe financiera.
Decenas de miles de millones de dólares están en tales inversiones, y representan una fracción reducida, pero en aumento, para una estrategia de la que muchos inversionistas se habrían burlado hace cinco años por cara e innecesaria.
“En la última década, vimos dos colapsos del mercado bursátil, que arrasaron con cualquier ganancia de los inversionistas en una década y significó un desastre para quienes tuvieron que sacar su dinero para cubrir enormes gastos durante las bajas del mercado”, explicó Zvi Bodie, un profesor de finanzas en la Facultad de Administración de la Universidad Boston.
Eso, agregó, “hizo más consciente a la actual generación de inversionistas de que es un riesgo, incluso durante una década o más”.
Abogados de Wall Street dicen que se les han acercado clientes de administradoras de dinero, en los últimos meses, para formar nuevos fondos orientados a la protección. Bancos como Goldman Sachs comercializan herramientas diseñadas para proteger a inversionistas.
Resultados. Productos vinculados a un índice, conocidos como “indicador del miedo” de los mercados, suman casi $2.500 millones.
Y en el último año, la cantidad de dinero administrada en cuentas de riesgo de catástrofe dedicadas de Pimco, el gigante de los bonos, se duplicó a $23.000 millones.
Boaz Weinstein, un exoperador del Deutsche Bank empezó a recaudar dinero para su propio fondo Armagedón a finales del año pasado, luego de que perdiera más de $1.000 millones del dinero del banco durante la crisis financiera.
Desde entonces, ya creció a $400 millones, en su mayoría, por dinero institucional, y parte de los $3.300 millones que recaudó para sus fondos de cobertura.
“Algunos inversionistas, tras atender a esas pérdidas, dicen: ‘Estaría mucho más contento en invertir uno por ciento de mi portafolio en cobertura de catástrofes a cambio de no tener ese tipo de inconvenientes’, expresó.
Entre los inversionistas se encuentran las pensiones públicas.
Joelle Mevi, principal ejecutiva de inversiones del fondo de pensiones de empleados públicos de Nuevo México, presentó opciones para riesgos de catástrofes a su consejo de administración.
“Aunque no tendería a colocar una cuota demasiado grande allí, creo en tener ese tipo de seguro para los fondos”, señaló.
Tal protección no es barata y no funciona en ocasiones.
Algunos dicen que dichos fondos son meramente la moda pasajera más reciente en Wall Street y que pueden ser ineficaces porque están diseñados para proteger contra la catástrofe más reciente y no contra la crisis por venir.
“Creo que la mejor forma de reducir el riesgo es sacar las cosas del portafolio, no agregar más”, dijo Ken Grant, presidente y fundador de la firma Risk Resources.
Dos conceptos. Aunque a menudo se usan indistintamente los nombres de fondos de riesgo de catástrofes o “cisne negro”, son distintos. Los sucesos de riesgo catastrófico son situaciones en las cuales, aunque concebibles, son altamente improbables, según los modelos matemáticos.
En contraste, un “cisne negro” –un concepto popularizado por Nassim N. Taleb en su libro de 2007, El cisne negro – es un evento que los modelos no pronostican.
¿Cómo funcionan esos fondos Armagedón? Por ejemplo, en una situación como el colapso de la economía china, un suceso que se considera altamente improbable.
Aunque la mayoría de los inversionistas estadounidenses no posee acciones, bienes inmobiliarios o divisas chinas, el temor es que una sacudida en China se propagaría al resto del mundo.
A medida que cayeran los mercados de valores, un fondo de riesgo de catástrofe o un cisne negro se beneficiarían por poseer las opciones para vender acciones en el índice 500 de Standard & Poor’s a niveles muchísimo más altos. Cuanto más cayera el índice, más valiosas serían esas opciones.
En la firma Universa Investments, Mark Spitznagel, un exsocio de Taleb, recaudó más de $6.000 millones para un fondo que espera una calamidad en el mercado.
Entre tanto, reconoce, pierde dinero casi a diario. Parte de la razón es que compra opciones para vender una acción dada en el futuro por un precio por debajo del cual se negocia actualmente.
Si no se mueven las acciones, o aumentan, la opción no vale nada y pierde dinero. Sin embargo, si el precio de la acción se viene abajo, puede obtener buenas ganancias.
Mantener la compostura. Mark Spitznagel es uno de los administradores más experimentados “del juicio final”.
Él ridiculiza a quienes se precipitaron recientemente al juego porque se requiere de un tipo especial de persona para administrar estos tipos de inversiones: gente capaz de tomar lentamente las pérdidas, sin perder la compostura.
“Hago una transacción y luego digo: ‘Es la mejor transacción que haya hecho en mi carrera, pero estoy bastante seguro de que perderé dinero (...) Entiendo que son pérdidas muy reducidas, relativas a lo que sé que ganaré al final”, dijo.
Otros están consiguiendo dinero para apostarlo todo contra el mundo.
La firma Capula Investment Management ha recaudado unos $2.000 millones; mientras que South Capital Advisors está en $300 millones, y contando. Este fondo, con sede en Londres, devolvió más de 200% durante la crisis del 2008.
Sin embargo, no todos los inversionistas están convencidos: “El riesgo de catástrofe está allí, todos los sabemos; pero si tienes unos 20 fondos de cobertura realmente buscas estrategias que funcionen en el panorama general”, indicó Craig Slaughter, quien supervisa unos $12.000 millones, como presidente de West Virginia Investment Management Board.
“Concentrarse en estrategias de riesgo de catástrofe: sólo soy algo suspicaz. Se parece en algo a una técnica de ventas”, añadió.