Todas las inversiones realizadas y propuestas en el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) se justifican en un plan estratégico para la entidad, sostuvo Yayo Vicente, su anterior director.
Ese plan, agregó, fue definido con asesoramiento del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y responde a recomendaciones de mejora hechas luego de visitas de expertos del Organismo Internacional de Salud Animal (OIE).
Según Vicente, “es falso como un billete de ¢3.000” que se hayan propuesto cambios en la estructura de la entidad mediante los que se establezcan 200 puestos con niveles de dirección.
Reconoció que en el anterior Gobierno se realizaron fuertes inversiones, como un poco más de ¢1.000 millones en equipos de laboratorio, pero enfatizó que era una obligación del país.
Recordó que los laboratorios tenían equipo obsoleto, con 20 años de uso, para el cual ya no había repuestos en el mercado. Otro ejemplo, dijo, es que la Unión Europea (UE) exigió equipo especial para los exámenes de laboratorio del camarón y que, de no hacerlo, se hubiera mantenido cerrado ese bloque de países a las exportaciones nacionales del producto.
Vicente dijo recordar momentos en los cuales se pagaron horas extras por necesidades inesperadas, tales como el terremoto de Cinchona, donde se trabajó prácticamente día y noche para vigilar la salud animal y evitar una eventual propagación de enfermedades.
Otro momento de horarios más largos de trabajo se presentó cuando Aduanas decidió extender los horarios de atención en puestos de ingreso en fronteras y aeropuertos. Senasa, detalló, tuvo que extender horarios a sus empleados pues no podía aumentar rápidamente el número de funcionarios.
Enfatizó que cuando llegaron al Senasa se contaba apenas con 21 carros. “Eso era tener el personal sentado en sillas y no trabajando en el terreno”, añadió.
Reconoció que durante los cuatro años del Gobierno pasado se compraron unos 80 carros, pero de unos $18.000 cada uno y no de $30.000, para racionalizar gastos.