Cinco fincas agropecuarias, especialmente familiares, cumplen los requisitos ambientales y pretenden obtener el galardón Bandera Azul Ecológica para el 2012.
Estas pequeñas explotaciones siguen el ejemplo de la finca comercial del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) y de una gran explotación ganadera, que ya lograron el galardón para el 2011.
La intención de los finqueros es obtener la distinción para el año 2012-2013, para lo cual realizan avances en calidad del agua, manejo y conservación de suelos, uso de plaguicidas y antibióticos, disposición final de desechos, administración de las fincas y acciones para gestión ambiental.
Bandera Azul Ecológica, un programa creado en diciembre del 2005, fue una iniciativa del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), con el fin de que las comunidades costeras realizaran prácticas de conservación y protección de los recursos naturales y la salud de los habitantes.
La inclusión de las explotaciones agropecuarias se logró mediante un decreto, el cual creó la categoría de acciones para enfrentar el cambio climático.
Actualmente, Bandera Azul Ecológica es un programa interinstitucional, y entre las entidades que participan está el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
El MAG designó personal y se comenzaron a dar los primeros pasos para participar en el programa hasta que, con el decreto, se estableció una categoría para el agro.
Las fincas se inscriben para participar en las agencias de servicios agropecuarios que el MAG tiene en todo el país, explicó Azofeifa.
Luego presentan un diagnóstico de su situación actual en los parámetros por medir (calidad de agua, conservación del suelo, uso de plaguicidas y antibióticos, y disposición final de desechos).
Durante un año se realizan las prácticas de mejoramiento y, al terminar el período, se hace un nuevo informe. Se inspecciona y el Comité de Bandera Azul otorga el galardón o no.
Óscar Sanabria, director de la División Comercial del Catie, resaltó que el programa permite un cambio de paradigma en las prácticas productivas y sociales, fortalece la cultura de medir permanentemente los progresos en todos los frentes de gestión (ambientales, productivos y económicos), garantiza la productividad sostenible de los agronegocios y, además, mitiga el efecto en los ecosistemas.