La medición de la pobreza de este año, que se publicará en octubre, estará fundamentada en una nueva canasta básica alimentaria y en una definición de ingresos mucho más amplia.
Hasta ahora, se había usado una canasta básica alimentaria elaborada en 1995, con base en las costumbres de consumo de 1988.
Pero en forma reciente se hizo una nueva canasta basada en las costumbres del 2004.
La canasta básica alimentaria es un conjunto de alimentos expresado en cantidades suficientes para satisfacer, por lo menos, las necesidades de calorías de un hogar promedio. No es una dieta ideal, es un mínimo alimentario.
Para medir la pobreza en nuestro país se comparan los ingresos de los hogares con el costo de la canasta básica alimentaria, más un monto adicional para cubrir otras necesidades como transporte, ropa y educación.
A los hogares que no les alcanza los ingresos para cubrir estas necesidades básicas se les ubica como pobres, y a los que no les alcanza ni siquiera para comprar la canasta básica alimentaria se les clasifica en extrema pobreza.
Floribel Méndez, coordinadora de estadísticas continuas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), explicó que el método se mantiene, lo que varía son los parámetros que se usan.
Respecto a su composición, la nueva canasta tiene 52 alimentos para la zona urbana y 44 para la rural. La anterior era de 44 para la urbana y 37 para la rural.
Entre los alimentos que entraron a formar parte de la canasta urbana se encuentran la chuleta y posta de cerdo, el muslo y la pechuga de pollo, el chorizo, el aceite vegetal, el chile dulce, la manzana y la piña.
Se excluye la leche fresca (la que dejaba el lechero en la puerta), la leche en polvo y la tapa de dulce.
En la canasta para la zona rural ingresaron el muslo de pollo, la zanahoria, el culantro, la manzana, la natilla y el aceite vegetal. Salieron la leche fresca, en polvo y la yuca.
Méndez explicó que entre 1988 y el 2004 el gasto promedio de los hogares en alimentos disminuyó respecto al total, debido a que ahora el dinero les alcanza para cubrir algunas otras necesidades aparte de los alimentos.
Agregó que este comportamiento influyó para que en la nueva medición pese menos la parte alimentaria de la canasta.
Si la empresa paga al trabajador la alimentación, vivienda, transporte o telecomunicaciones, todo eso se sumará a las entradas de ese empleado.
Otros ingresos que ahora se consideran, y que antes no, son las bonificaciones, el salario escolar y el aguinaldo, entre otros.
También se adicionan a los ingresos, las ayudas que reciben algunos hogares de otros hogares o instituciones como, por ejemplo, una canasta de comida que le da una iglesia a una familia.
Ramos aclaró que no se incluyen como ingresos las transferencias que el Estado da en programas universales, aunque sí las individuales.
Por ejemplo, no se valora como ingreso de un hogar los alimentos que reciben los niños de esa familia en un comedor escolar, pero sí se considera como entrada una ayuda individual que recibió una familia por una catástrofe.
Ramos dijo que en el ingreso no todo suma, pues ahora también se considera la estabilidad del trabajo (si es ocasional o permanente).
El especialista Juan Diego Trejos considera difícil de prever el resultado final de estos cambios, pero él esperaría una estimación un poco más alta de pobreza.