Con esta afluencia masiva de dinero, la autoridad monetaria confía en que los grupos financieros mantengan el crédito y satisfagan el aumento en la demanda de recursos que se prevé para la etapa posterior a la catástrofe.
La institución ampliará su actual programa de compra de activos –sean bonos de gobierno o de corporaciones– en cinco billones de yenes, a un total de 40 billones de yenes (unos $486.400 millones).
El banco también decidió que mantendrá su tasa básica de interés prácticamente en cero.
La caída económica supone un revés doloroso para Japón, al que China desplazó en el 2010 como la segunda mayor economía del mundo.
La economía japonesa acusa problemas desde hace dos décadas, que incluyen magros crecimientos y desaceleraciones.
También carga a cuestas una deuda pública enorme, equivalente al 200% del producto interno bruto que la convierte en la más abultada de las naciones industrializadas.