La jornada de Wimbledon se saldó con el final de la aventura del británico Marcus Willis ante el suizo Roger Federer, que está a una sola victoria de las 150 sobre el césped.
Federer no tuvo compasión de Willis, o si la tuvo fue cuando ya el partido estuvo en sus manos. El hombre que ha llenado portadas esta semana por su clasificación y por llegar a la segunda ronda de Wimbledon, siendo el 772 del mundo, cedió ante el de Basilea por 6-0, 6-3 y 6-4, en una hora y 25 minutos.
Pero al británico le importó poco su derrota, y feliz en el vestuario, lo primero que hizo fue compartir una cerveza con su entrenador, Matt Smith.
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La expectativa que había suscitado este zurdo profesor de tenis del Warwick Boat Club, llenó de aficionados la pista central. Los seguidores no querían perderse la presencia, frente a Federer, de un británico de tan baja clasificación, pintoresco, desgarbado, que había tenido sobrepeso y perdido 25 kilos, y había reconocido que podía haber sido algo más en su carrera si no le hubieran gustado tanto las fiestas.
El número siete estuvo presente en el duelo. Siete son los títulos de Wimbledon de Federer, y siete los partidos que ha ganado Willis hasta plantarse en la segunda ronda de este Grand Slam, tras los de la pre-previa y previa, y el que ganó al lituano Richard Berankis, antiguo número uno del mundo júnior, en la primera ronda el lunes.
Federer, que nunca ha perdido un partido contra un jugador de tan bajo ránking -sólo ha cedido uno contra alguien situado entre los 250 primeros, el español Sergio Bruguera en Barcelona en 2000- se tomó el encuentro con tranquilidad y sonrisas, y aceptó de buen grado los cánticos que los seguidores británicos dedicaron a Willis.
Estos, adaptaron el tema Freed from Desire, de la cantante italiana Gala, que se volvió muy popular durante la Eurocopa gracias al delantero norirlandés Will Grigg.
Del ya célebre Will Grigg's on fire, your defence is terrified (Will Grigg está enchufado, tu defensa está aterrorizada), se pasó en Wimbledon al Willbomb's on fire, Federer is terrified (Willbomb -como se conoce popularmente a Willis- está enchufado, Federer está aterrorizado), que hicieron sonreír al de Basilea.
Siete juegos consecutivos encajó Willis hasta que casi después de 30 minutos alzó los brazos como si hubiera ganado el partido, al hacerse por primera vez con su servicio. Luego, tras el 2-1 tuvo que recibir masaje en el hombro izquierdo.
Su novia, la dentista Jennifer Bate, delgada y rubia, se dejó las manos aplaudiéndole. Willis no dejó de sonreír, de disfrutar durante el encuentro y de levantar el puño cada vez que hacía un punto.
Sabía que aunque perdiera ya había entrado en la historia, al convertirse en el británico de más bajó ránking que ha ganado un partido individual en Wimbledon.
Willis: "No es mi miércoles habitual"
Por su parte, Willis dijo que jugar ante Federer fue "increíble" y entre risas añadió que el de hoy no ha sido su "miércoles habitual".
"Esto es algo que recordaré el resto de mi vida. Estaba nervioso, como es normal, ya que jugué en la pista central, pero creo que lo hice bastante bien", dijo un exultante Willis en la abarrotada sala de prensa del club londinense.
"Aunque me estaba machacando, disfruté muchísimo. Fue una experiencia increíble. La verdad es que éste no es mi miércoles habitual, no suelo enfrentarme a Roger Federer en la central. El de la próxima semana seguro que es distinto", aseguró, entre risas, el nuevo ídolo del tenis inglés.
"Estoy completamente agotado, así que quizá espere un poco", respondió al ser consultado sobre si saldría esta noche a celebrar. "Sin embargo, creo que me he ganado una cerveza", añadió.
Willis, que llegó a estar entre los 15 mejores del mundo en categoría júnior, se mostró convencido en seguir mejorando y regresar un día al All England Club: "Sé que todavía tengo mucho tiempo para seguir mejorando. Lo que está claro es que sé que aquí es donde quiero jugar al tenis", declaró el inglés.