Uno de los precursores más reconocidos del surf solía decir que el mejor surfista de todos es el que consigue divertirse más. El costarricense Carlos Cali Muñoz, de 21 años, es alto contendiente en esa competencia, así como lo es en los principales torneos profesionales del mundo y, especialmente, en esa lucha no competitiva que es hacer con su vida lo que le venga en gana.
Cali no es un tipo ordinario, pero la única forma en que sus pies no estén en contacto directo con el suelo es encontrárselo sobre las olas, practicando el deporte alrededor del cual orbita su vida. En ese instante en el que su cuerpo desafía las leyes de la física y hace piruetas sobre las aguas, Cali es un ser autónomo que analiza la existencia desde una dimensión que solo los aventurados como él han llegado a conocer. No es un tipo ordinario, repito.
Lo primero que destacan quienes lo conocen –aparte de su talento alucinante– es su humildad, rasgo que se alzó a ver desde que se convirtió en el primer costarricense en competir en una fecha del máximo encuentro de surf internacional –el Tour Mundial de la Asociación de Surfistas Profesionales (ASP)–, luego de ganar una votación en Internet en la que se elegía un solo participante de entre más de 100 colegas de todo el mundo.
Un mes antes de su debut en el Tour Mundial –al cual ingresó en papel de wild card , o tarjeta de invitación–, el sitio web de la ASP publicó una entrevista en la que Cali expresó sus expectativas para con el torneo: “No tengo nada que perder. No tengo que ganar puntos, así que cuando participe solo me divertiré y dejaré que mi surf hable por mí, con esperanzas de avanzar.
”He esperado tanto tiempo; he soñado tantas noches con ese día”.
La fecha estaba ya apuntada en el calendario: jueves 11 de setiembre, la primera vez que un costarricense representaría al país en la máxima instancia del surf, un deporte y estilo de vida por el cual Costa Rica es reconocido a nivel mundial.
Al agua
Las olas se comportaron a la altura ese jueves. Cali estaba en California, Estados Unidos, en el Hurley Pro (la octava fecha del Tour Mundial de la ASP), cumpliendo uno de sus sueños. Montaba las olas con elegancia y adulación, y el jurado se impresionaba más con cada uno de sus heats . Desde el mar podía escuchar, provenientes de la costa, el canto y los aplausos de una barra de unos 20 costarricenses.
Al final, el hito de Cali ese jueves era incalculable: no solo se convirtió en el primer costarricense en participar en el Tour Mundial, sino que apenas debutando en la competencia le ganó el primer heat al brasileño Gabriel Medina, el surfista número uno del mundo.
Cali bien pudo salir del mar ese día y conceder entrevistas en las que le otorgara el crédito de su espectacular participación a su propio esfuerzo, pero cuando habló con este periódico, más bien le dio todos los honores a la barra que lo apoyó in situ .
En adelante, su objetivo fue conseguir la clasificación al Tour Mundial del 2015, algo que no logró en el Hurley Pro, pues fue eliminado unos días después. Ha seguido y seguirá intentando hasta alcanzarlo. Esto lo logrará participando en cuantos torneos internacionales le ayuden a subir el ranking ; en el Tour Mundial solo participan 32 personas, 22 de las cuales clasifican según la tabla de posiciones del torneo anterior, y los otros 10 lo hacen mediante series de clasificación, que congregan los resultados de los surfistas en distintos torneos a lo largo del año.
Luego de explicar eso, Cali no puede ocultar su sed de más: “Es sencillo: hay que tratar de ser siempre el más bueno. Ahorita, en el ranking estoy de número 20, y para clasificarme necesito terminar en el top 10 en este torneo (disputaba un torneo en Hawái, y antes de eso hizo lo propio en Portugal y Brasil). Antes de los últimos tres torneos estaba en el top 60, y ahora estoy cerca de clasificarme. Tengo que surfear hasta el último torneo y ahí se decidirá”.
Pero Cali no es un tipo ordinario, ni siquiera en el mundo del surf. A diferencia de la mayoría de surfistas contra los que compite, él no tiene un entrenador fijo. Jim Hogan (un amigo de playa Hermosa) le colabora en algunos torneos, pero a la mayoría se manda “con lo que salga” –que es su ser, la ayuda de patrocinadores y lo que haya ganado en otros torneos–, porque “el aguinaldo no alcanza” para tanta cosa.
“Entre más grande me hago, más viajes hago y más experiencia voy agarrando, veo las cosas con diferentes ojos. Antes me preguntaban: ‘¿Cómo se ve en diez años?’. ¿Cómo me voy a ver? Surfeando, igual, y que salga lo que salga. Después abrí los ojos: tengo 21 y estoy corriendo el Mundial. Nunca pensé que esto iba a pasar, y creo que con disciplina y el apoyo que tengo ahora me imagino en ese tour mundial”.
De la tierra
Cali nació en Nicaragua en enero de 1993, pero su madre se lo trajo a Costa Rica rápidamente. A temprana edad, la familia cambió la ciudad por la playa, idea que, en un principio, al colocho no le fascinaba. Su madre y el esposo montaron un negocio en Esterillos, y en la cabeza de Cali no cabía otra cosa que su pavor a los cocodrilos. Eventualmente, el chamaco empezó a surfear sin siquiera saber nadar.
“En realidad, no me gustaba mucho el mar, pero, cuando fui con mi mamá por primera vez, ella me tomó de la mano y venía la ola blanca, y me dijo: ‘¡Salte y luego húndase p’abajo!’.
“Fue esa seguridad que ella me dio con las manos lo que hizo que me empezara a gustar el mar. Después ya no hallaba ni qué hacer, de estar metido en el mar todo el día”. Al comienzo, su madre no aprobaba el surf, así que tenía que fingir que iba a jugar bola, cuando en realidad estaba en el mar.
Empezó a competir en la adolescencia, robándose la atención de los interesados en el deporte a nivel local. A los 16 ganó su primer campeonato nacional, y desde hace unos dos años ha dedicado sus esfuerzos a competir internacionalmente, con el objetivo de lograr la clasificación al Tour Mundial. No ha ido a la universidad, pero se ha instruido viajando por todo el mundo, conociendo culturas y estilos de vida.
“Quiero surfear y aprovechar este momento de mi carrera al máximo, y cuando tenga tiempo, quiero terminar mis estudios. Me gustaría ir a la universidad y poder estudiar, pero tampoco me quejo”, dice, antes de celebrar: “¡Es una vida increíble la que tengo!”.
El apoyo que percibe ha aparecido en muchas manifestaciones, pero la razón por la que ha podido viajar a tantos torneos en tan poco tiempo es el patrocinio de la empresa privada.
“Yo soy pobre. No vengo de una familia adinerada; somos trabajadores. Cuando empecé a surfear, los patrocinadores me daban solo ropa, después me daban $100 para ir a torneos, que no era increíble, pero poco a poco fue mejorando. Conforme pasaron los años quedé, campeón nacional a los 16; a los 17 salí a competir y no me fue nada bien, pero fui mejorando y eso me ayudó para que me siguieran apoyando”, manifestó Muñoz.
“Cada vez que un tico logra salir y representar a su país afuera lo hace con mucho orgullo, aun más porque no tienen mucho apoyo, y cuando le va bien le abre puertas a los demás para que la gente vea que es de este país. Si el gobierno lo apoyara más a uno, uno se motivaría más”, agregó.