Miles de ticos tiñeron de rojo una gradería del Estadio Azteca, luego de superar lo que definieron como "una tortura" para ingresar. Algunos esperaron ansiosos por casi dos horas a que les permitieran el ingreso y otros se vieron despojados de sus banderas.
La organización obligó a la barra tica a ingresar por grupos y algunos no lograron hacerlo hasta casi las 7 p. m., pese a que habían llegado al estadio con bastante anticipación. Cuando por fin llegó el turno de los últimos grupos, los encargados de requisar a los aficionados los despojaron de bufandas, banderas y otros signos externos.
"Fue una tortura el ingreso. Nos tuvieron afuera como una hora y media afuera como ganado. Le quitaron las banderas a la gente porque decían que ya habían entrado demasiadas banderas y que hay un número limitado", narra Sandra Zumbado, una de las aficionadas que ingresó más tarde al recinto. "Lo que no quieren es que nos hagamos sentir".
Una vez en las gradas, aunque los boletos eran numerados, la organización fue llenando los espacios sin respetar fila ni asiento. Abrían sectores de gradería por turnos, bajo la custodia de policías antimotines. Si algún grupo de amigos compró asientos contiguos, pero no ingresaron todos al mismo tiempo, les resultaba imposible encontrarse.
"Lo acomodaban a uno donde cayera. Me tocó lejos de mis amigos. De hecho estoy sola en la gradería mientras mi amiga se fue a ver si los encuentra", narraba María José Gómez, a casi media hora para el inicio del juego.
Lo sucedido en la noche, contrasta con el ambiente festivo de media tarde. La marea roja había empezado a armarse alrededor de las 4 p. m, cuando se vieron lo primeros costarricenses en las afuera del Gigante de Santa Úrsula.
Una hora después el rojo era visible y los cánticos de los nacionales se escuchaban a lo lejos. El "oe oe oe oe ticos" no pudo ser apagado por algunos mexicanos que intentaron cantar más fuerte.
"El ambiente es increíble, la barra tica está muy animada. Esperábamos que fuera así por la gran cantidad de gente que vino y esperamos que el ambiente mejore durante el partido porque seremos nosotros quienes pondremos el ambiente", dijo Rodrigo Zúñiga al entrar al estadio.
Por su parte, Abel Jiménez aseguró que la gran presencia de ticos hace que el juego parezca que es en casa.
"Esto es como estar en La Sabana en un partido de La Sele. Venimos con la esperanza del segundo Aztecazo", aseguró Jiménez.
Los nacionales arribaron a México desde distintas zonas de Costa Rica, pero también muchos hicieron su viaje desde Estados Unidos. Es el caso de Natalia Hernández, de San Diego, California, donde vive desde hace 10 años.
"Venimos como 15 personas, somos ticos casados con mexicanos", comentó Hernández.
Un caso curioso es el de Yolanda Pollo, quien es mexicana y su esposo tico, por lo que ella se divide entre las dos selecciones.
"De corazón soy mexicana, a morir, pero mi marido es costarricense y amo a los ticos. Hay que apoyar a las dos selecciones. Ahorita estoy con la camisa de Costa Rica, pero cuando termine el partido salgo con la de México", expresó.
La mayoría de ticos llegaron en autobuses, escoltados por patrullas de la policía hasta el portón de ingreso, en un ambiente festivo y de encuentros cordiales entre las aficiones de ambos países.