Durante décadas, los deportes de alto nivel han sido sinónimo de montañas de dinero y vidas sobrecargadas de lujos y excentricidades.
El boxeador Floyd Mayweahter, el futbolista merengue Cristiano Ronaldo y el basquetbolista LeBron James son tan solo los mejores ejemplos de ello.
Pero acumular miles y miles de dólares en las cuentas bancarias no necesariamente es sinónimo de un futuro promisorio. Por increíble que parezca, algunos de los deportistas más destacados del mundo han quedado en la quiebra y han terminado sus días viviendo de la caridad.
Según un reportaje publicado por la revista Sports Illustrated, luego de cinco años de retiradas un 60% de las estrellas de la NBA caen en bancarrota. En la NFL, por su parte, dos años después de la despedida, al menos el 78% de los jugadores afrontan estrés financiero y costosos divorcios.
En el documental Broke , de la cadena ESPN, el columnista de negocios del New York Times explica el fenómeno mediante lo que denomina el “efecto de riqueza repentina”, que es comparable con que un joven de 21 años se gane la lotería y no sepa cómo manejar el dinero.
Justo eso fue lo que le ocurrió al legendario boxeador Joe Louis quien, por ejemplo, retuvo en sus manos el título del campeonato mundial de peso pesado durante 12 años, pero no fue capaz de mantener a flote sus finanzas.
El monarca de los rings entre 1937 y 1949 logró la victoria en 68 peleas profesionales y perdió tan solo en tres. Acumuló 54 knockouts , cinco de ellos en el primer round . ¡Y pensar que antes de descubrir su talento en el boxeo se dedicaba a la ebanistería!
“Era un peleador que no perdía tiempo en el despacho de sus oponentes, por lo que las ganancias de Louis por ronda eran extraordinariamente altas”, reseña The New York Times.
La última pelea del llamado Bombardero de Detroit fue en octubre de 1951, cuando fue derrotado por Rocky Marciano, quien entonces comenzaba a ver despegar su carrera.
Luego de su retiro, Louis vio disiparse todo su capital. “Seguía siendo una figura venerada en América, pero el dinero era un problema constante para él. En un esfuerzo por reponerse, probó suerte en diferentes carreras. Hizo lucha libre y se asoció con un rival para establecer una cadena de tiendas de alimentación interracial”, señala el portal de Biography.
El Bombardero de Detroit, agobiado por su adicción a la cocaína y el deterioro de sus reflejos por un daño cerebral, pronto cayó en la bancarrota. Debió hacer frente a una serie de demandas por impuestos atrasados.
“Hice $5 millones”, revelaría luego. “Y terminé quebrado, debiéndole al gobierno $1 millón”.
Sin embargo, su tercera esposa, Martha, nunca quiso admitir la realidad financiera de Louis. “Joe no está en la quiebra. Es rico, rico en cuanto a amigos. Si él dijera que necesita un dólar, un millón de personas le mandarían un dólar y sería millonario”, dijo a la prensa.
Lo cierto es que el Bombardero de Detroit sí tenía amigos que harían lo que fuera por él. Ash Resnick, uno de los compinches que Louis hizo durante el servicio militar, era el administrador del casino Caesar’s Palace (Las Vegas) cuando se enteró del caos financiero del boxeador. Así que lo contrató por $50.000 al año para que diera apretones de manos a los grandes apostadores cuando estos perdían altas sumas de dinero.
En 1977, Louis sufrió la obstrucción de una aorta. Frank Sinatra, amigo suyo desde los años 40, llamó a Martha y le dijo que no se preocupara por los gatos médicos, pues “el campeón debía recibir lo mejor”.
Loius se trasladó hasta Houston en el avión personal de Sinatra para una operación, pero quedó postrado en una silla de ruedas y le limitó la capacidad de habla.
En abril de 1981, a la edad de 66 años, el Bombardero de Detroit sufrió un paro cardíaco que le provocó la muerte. El presidente Ronald Reagan ordenó que a “su amigo” se le enterrara con honores en el Cementerio Nacional de Arlington.
Lo más sorprendente de todo es que quien corrió con los gastos fúnebres fue Max Schmeling, el alemán que en 1936 logró quitarle el invicto y a quien dos años más tarde le rompió dos costillas en una revancha que duró apenas dos minutos y ocho segundos.
Algo similar ocurrió con el basquetbolista Allen Iverson, quien llegó a amasar una fortuna de $154 millones a lo largo de su carrera en la NBA, pero a sus 37 años ya no le quedaba un solo centavo.
El compulsivo anotador se había acostumbrado a una vida de lujos, como el de viajar cada vez con un séquito de 50 amigos a los que les costeaba todos los gastos, más un estilista y un barbero personales.
Cada vez que viajaba, Allen Iverson llevaba consigo a un barbero, un estilista y un grupo de 50 amigos con todos los gatos pagos. Foto: Wikicommons“Allen no dudaba en gastar todo su dinero, sin ningún tipo de problema. Llegó a derrochar hasta 40 mil dólares en un club de striptease ”, reveló a Sports Illustrated su excompañero de equipo Matt Barnes.
Para inicios del 2012, había sido desahuciado y su lujosa mansión en Atlanta –valorada en $4,5 millones– fue subastada.
También afrontaba una batalla judicial por un costoso divorcio, mas sus gastos no dejaban de ser exorbitantes: derrochaba unos $104.000 al mes en gastos generales, $8.000 en vestimenta, $16.000 en restaurantes y ocio, además de casi $1.000 en tintorería. De acuerdo con el diario español Gol , gastaba seis veces más de lo que percibía en ese momento.
El hombre que en el 2001 hizo que los Sixers alcanzaran su sueño de conseguir el título de la NBA ahora mendigaba un puesto en cualquier equipo.
Sin embargo, Iverson tenía una carta bajo la manga con la que ni él mismo contaba. Un amigo suyo, al notar el despilfarro en el que incurría como parte de su vida cotidiana, había tomado previsiones e hizo que un contrato que el jugador había firmado con la marca Reebok fuera a un fondo que Iverson tendría prohibido tocar hasta los 55 años. Mientras tanto, la cuenta le generaría intereses mensuales por $1 millón, informó entonces The New York Post.
Se podría decir que Joe Louis y Allen Iverson eran realmente ricos en cuanto a sus amistades, pero no todos los grandes atletas de todos los tiempos tuvieron esa misma suerte.
Mala administración
El defensa Andreas Brehme marcó el 8 de julio de 1990 el penal que le confirió a Alemania (Federal) su tercera Copa del Mundo.
Todo apuntaba a que el futbolista viviría con holgadez el resto de sus días, pero en definitiva nadie podría haber anticipado que 14 años más tarde tendría que considerar la opción de limpiar inodoros para ganarse la vida.
Tras su retiro como jugador, Brehme tuvo a su cargo los clubes Kaiserslautern y al Unterhaching, antes de convertirse en asistente técnico de Giovanni Trapattoni en el Stuttgart, en el 2006. Ese sería el último trabajo fijo del héroe alemán.
Luego, se le veía cada vez con menos frecuencia en anuncios publicitarios o en eventos públicos.
Andreas Brehme fue el autor del penal que le dio la Copa del Mundo a Alemania en Italia 90. Sumido en una crisis económica, 14 años más tarde un excompañero le ofreció limpiar inodoros a cambio de un sueldo. Foto: WikicommonsEn el 2014, cuando estaba a punto de perder su casa, el técnico Franz Beckenbauer reclamó públicamente ayuda para Brehme.
Olivier Straube, quien había sido compañero del defensor en el SpVgg Unterhaching, era dueño de una compañía que se dedicaba al aseo de servicios sanitarios y anunció que le haría una oferta de trabajo.
“Estamos dispuestos a emplear a Andreas Brehme como ayudante en nuestra firma. Allí se enterará lo que es trabajar de verdad haciendo el aseo de los sanitarios e inodoros. Eso le servirá para enterarse de cómo es la vida y mejorar su imagen. Eso sí es ayudar a Brehme”, dijo Straube.
Los medios nunca informaron si el exseleccionado por fin había aceptado el puesto, y tampoco se supo más sobre el desenlace de su situación económica.
En cambio, otros como el basquetbolista Scottie Pippen, buscaron un plan B para subsistir fuera de las canchas. El dos veces campeón olímpico, seis veces campeón de la NBA y siete veces seleccionado al Juego de las Estrellas dilapidó los cerca de $120 millones que ganó con la bola naranja en sus manos.
“Todo lo bueno que tenía Pippen de jugador lo tiene de mal inversor. En menos de cinco años ha perdido $27 millones en inversiones ruinosas y se le amontonan las deudas”, reseñó el diario deportivo Marca .
Según Chicago Tribune , Pippen le entregó $17 millones en el 2000 a su asesor personal, Robert J. Lunn, para que le manejara una firma de inversiones; los resultados fueron devastadores.
“El colmo final del gafe financiero que sufre Pippen es que le ha ido mal hasta con la venta de su casa. Mientras medio mundo saca una fortuna invirtiendo en el ladrillo, el exjugador ha perdido más de $1 millón en la venta de su mansión de Portland, de 5.700 metros cuadrados. Pippen compró su mansión de lujo (seis baños completos, tres aseos, cancha de baloncesto, gimnasio, sauna, cocina de lujo...) en el 2000 por $4 millones de dólares y la vendió el pasado mes por menos de $3 millones”, apuntó Marca en junio del 2007.
Scottie Pippen eligió con muy mal tino a las personas de las que se rodeó. Invirtió millones de dólares en negocios que resultaron un fiasco. Foto: Imagen promocional de "Chicago Fire"Fallidos negocios de aviación, inversiones en comida gourmet y la construcción de un complejo de lujo que resultó un fracaso dieron al traste con los planes de subsistencia de Pippen.
De hecho, una de sus transacciones más ruinosas fue la compra de un jet por $4,3 millones al que no habían inspeccionado previamente. La aeronave tenía un problema en el motor y repararlo costaba cerca de $1 millón. Pippen demandó a sus abogados por el descuido y en junio del 2010 la Corte ordenó que se le indemnizara con $2 millones.
Al salir del juzgado, el exjugador dijo sentirse ya exhausto. Ni siquiera quiso referirse a esa última victoria.
Levantarse de la Crisis
Michael Vick fue una de esas estrellas jóvenes de rápido ascenso dentro de la NFL. El estilo agresivo de este quarterback lo convirtió en uno de los favoritos del público en el 2001, cuando fichó con los Halcones de Atlanta.
No obstante, su carrera se descarrilaría seis años más tarde, cuando salió a la luz pública que Vick dirigía una red clandestina de peleas de perros.
Según el Fondo Legal de Defensa Animal, el jugador de fútbol americano y sus socios compraban y criaban perros en una propiedad y si al crecer no mostraban buen desempeño en las peleas, les disparaban, electrocutaban, colgaban o ahogaban.
En diciembre de ese año fue hallado culpable y sentenciado a 23 meses en la Prisión Federal de Leavenworth.
Evidentemente, los Halcones le cortaron su contrato por $130 millones, y fue sancionado por la NFL. Además, perdió otros $8 millones en patrocinios de marcas que reprocharon la conducta del jugador.
“Cuando Michael Vick llenó el formulario de protección por bancarrota, en julio del 2008, su único ingreso provenía de limpiar pisos a 12 centavos la hora en tempranas horas de la mañana en la prisión de Leavenworth”, detalló ESPN.
Vick salió en libertad en el 2009 y pese a que la NFL le levantó la sanción, los Halcones no quisieron recibirlo de vuelta. Tras varios intentos de canjearlo con otros equipos, finalmente logró fichar con las Águilas de Filadelfia para reconstruir su carrera.
Para finales del 2014, los medios deportivos reportaron que ya Vick estaba próximo a terminar de cancelar sus deudas por $18 millones, las cuales dejó pendientes con sus acreedores cuando se declaró en bancarrota.
Michael Vick estuvo en prisión por organizar peleas clandestinas de perros. En la cárcel ganaba 12 centavos por hora por limpiar pisos. Foto: AFPOtra de las grandes estrellas que debió buscar la manera de salir a flote de su caos financiero es el exboxeador Mike Tyson.
El más joven campeón de peso pesado en toda la historia llegó a ser dueño de una fortuna de $300 millones, pero con el paso de los años la carrera de Tyson se estancó y el dueño del impresionante gancho derecho llegó a ser más conocido por sus escándalos fuera del ring.
Arrestado 38 veces por cargos desde conducir bajo el efecto de sustancias prohibidas hasta uno por violación, Tyson perdió el oro que algún día tuvo entre sus manos. En 1992, fue enviado a prisión tras ser declarado culpable de abusar sexualmente de Desiree Washington, una joven de 18 años.
En 1995, cuando salió en libertad, regresó a los rings, pero ocho años después se declararía en bancarrota.
En el colapso financiero de Tyson influyeron también el divorcio de su primera esposa, su adicción a la cocaína y sus constantes despilfarros en propiedades, joyas, ropa e, incluso, en tigres de bengala.
El boxeador por fin pudo salir de los números rojos como un ícono de la cultura popular, con apariciones en películas, libros y documentales.
La estrella del baloncesto Antonie Walker, por su parte, es un testimonio vivo de cómo se puede perder una fortuna, pero también de que es posible salir a flote.
Destacó en las canchas desde el día en que llegó a la NBA, en 1997, pero su carrera fue decayendo con los años. Con 32 años, se retiró del basquetbol y se dedicó a despilfarrar los cerca de $110 millones que le había regalado su innegable talento.
Su adicción a los casinos lo llevó a la quiebra. Walker llegó a confesar que era capaz de apostar hasta $2.000 en una sola mano de blackjack.
Para subsistir, en el 2008 terminó fichando con los Mets de Guaynabo, en la liga puertorriqueña, pero fue despedido tras apenas 12 partidos por su mala condición física y una lesión en el tobillo que lo aquejaba constantemente.
Dos años más tarde enfrentó problemas judiciales por las deudas que la ludopatía le dejó. Fue sentenciado a cinco años de libertad condicional por usar cheques sin fondos y a pagar todo el dinero que debía a tres casinos en Las Vegas.
En medio de la desesperación, en el 2012 vendió su anillo de campeón de la NBA por $21.500.
Luego de haber tenido dos lujosas mansiones en Chicago y Miami, ahora reside en un pequeño apartamento en Idaho y está consciente de sus errores.
Incluso al final de su carrera, Walker mantenía a al menos 30 personas, de escasos recursos. Les daba dinero en efectivo y los ayudaba a mejorar su situación socioeconómica. “Les daba todo lo que querían y los malcrié. Terminé siendo un cajero a toda hora a lo largo de mi carrera”, reconoció al sitio CNN Money.
A sus 39 años, Walker recorre tierras estadounidenses para dar lecciones de vida a jóvenes atletas y evitar que sigan el camino que él mismo recorrió. Les enseña a decir “no” a familiares y a amigos y a hacer planes a largo plazo.
“Estos muchachos son forzados a hacer ciertas decisiones desde que son muy jóvenes, y los impactarán por el resto de sus vidas”, dijo a CNN. Ojalá alguien se lo hubiese dicho a él a tiempo.