Cuando España sufrió el batacazo de la derrota ante Suiza hubo un consenso en el estupefacto entorno de la Roja: no debían ni podían cambiar el estilo que los llevó a Sudáfrica con el cartel de favoritos.
No lo hicieron y ayer los españoles cruzaron la frontera que hasta el 7 de julio del 2010 les estuvo vedada: una final de Copa del Mundo.
Y lo hicieron con “la que es de ellos”: posesión de pelota, toque en corto, triangulaciones con balón a ras del piso, desmarque y descarga por los costados, solidaridad a la hora de recuperar la pelota y juego vertical con uno que otro lujito..., si las circunstancias lo permitían.
Fieles al estilo que adoptaron bajó la guía de Luis Aragonés, en la Euro 2008, y que prolongó Vicente del Bosque en esta Copa, los españoles fueron mejores que Alemania y cosecharon su primer viaje a una final mundialista.
Sin embargo, cosas del futbol, se tuvieron que amparar a una fuerza de la naturaleza encarnada en Carles Puyol para quebrar el cero a cero de la pizarra y tumbar a los tozudos germanos.
Tarzán saltó más que nadie al minuto 73 –incluido su compañero Piqué– para cabecear, fuerte y preciso, un saque de esquina cobrado por Xavi (por cierto, el único que ejecutaron ayer por alto).
Alemania estuvo lejos de la Alemania arrolladora, voraz y contundente de los juegos ante Inglaterra y Argentina.
Si bien es cierto que la Roja, como de costumbre en este certamen monopolizó la pelota, la Mannschaft renunció a la pelota y decidió esperar en su terreno de juego.
Apertrechados, esperaron un momento adecuado para salir en contragolpe y demoler la resistencia contraria de un solo golpe.
No sucedió así: como advirtió en las consideraciones previas Joachim Loew, técnico teutón, los españoles no cometen errores.
O para ponerlo más sencillo: España no tiene un sistema defensivo de trapo como el de los Pross o como el de la Albiceleste.
No jugaron del todo mal, pero estuvieron lejos de tener la pelota y, sobre todo, de ofrecer una sensación de peligro, de potencia..., conste que lo intentaron; pero como pasa en el boxeo, sin pegada es muy complicado ganar.
En apoyo del anterior párrafo, Andrés Iniesta, una de las bujías del buen pie español, se declararía extrañado del planteo defensivo de los alemanes para este juego.
Y otro dato: Piotr Trochowski (desafortunado en su papel de relevo del sancionado Thomas Muller) realizó el primer remate a marco para Alemania al 31’.
¡Media hora y un remate es un bagaje paupérrimo para la mejor ofensiva de la Copa!
Toni Kroos dispuso de la mejor oportunidad germana para anotar (68’), pero Íker Casillas (insistimos: recuperó su estatura de San Íker) atragantó el grito de gol en la garganta de sus rivales.
Luego, vino el gol de Puyol y los españoles pusieron proa hacia el puerto finalista.
Pudo haber llegado un segundo gol; mas Pedro (de buen segundo tiempo) tomó una pésima decisión en una jugada al 81’.
Ganó España, con su ley y con la fórmula de la final de la Euro 2008, ante los mismos alemanes: el toque y la posesión de pelota.
Por ese motivo, las consideraciones del columnista Jorge Barraza acerca de aquella victoria hay que recordarlas, por vigencia y certeza: “No hay peor angustia en el campo que no pescar el esférico. No se puede jugar sin él. Y si el equipo toqueteado es alemán, la ansiedad deviene en impotencia”. Así fue.