Madrid. El domingo será un día algo más que especial para Rafael van der Vaart cuando la Oranje salte a la cancha para tratar de obtener, por fin, la Copa del Mundo, en su tercera final.
Esta experiencia, la más intensa de un futbolista, tendrá para Van der Vaart un añadido: enfrente estará España, el país de su madre y su club, el Real Madrid.
Fue una de las primeras cosas que pensó el miércoles : “Espero jugar contra España en la final. Parte de mi familia viene de ahí y juego para el Madrid”, dijo antes de que La Roja se deshiciera de Alemania en la otra semifinal.
De 27 años, jugó de titular en los tres partidos de la fase de grupos; a partir de octavos, cedió el puesto a Arjen Robben.
“Una parte mía es española y estoy muy orgulloso de eso; pero mi primer país es Holanda y siempre estaré orgulloso de ser convocado para jugar con ellos”.
En los años 50 y 60, alrededor de un millón de españoles emigraron hacia países como Alemania, Francia, Bélgica y Holanda.
Su afluencia fue un importante aporte al futbol francés, plasmada en nombres como Michel Hidalgo, Manuel Amoros y Luis Fernandez, o al alemán, con Mario Gómez.
Van der Vaart es el primer caso relevante de la herencia española en el futbol holandés.
Su madre proviene de Chiclana de la Frontera, en la provincia andaluza de Cádiz, en el sur de España. Abandonó el país con su familia cuando era joven, pero desde entonces vuelve regularmente a su provincia natal.
En su nuevo país ella se casó con un holandés, pero insistió en dar a su hijo un nombre español: Rafael. El más pequeño de la familia creció hablando holandés y español. Van der Vaart ingresó en la famosa academia del Ajax y debutó ya a los 17 años en el club de Ámsterdam.
Varios equipos españoles se interesaron por él y fue vendido en el 2005 al Hamburgo. Su sueño de jugar en su “segunda patria” se hizo realidad en 2008, cuando llegó al Real Madrid. Pasa más tiempo en el banco, pero es muy querido por la afición gracias a su zurda elegante y su disparo preciso y potente.