Pablo Arce es, hoy por hoy, el mejor triatleta costarricense en Ironman, una prueba de alta exigencia en la que demuestra su aprendizaje sobre este deporte.
Hace exactamente un mes el oriundo de Heredia hizo el menor tiempo de un tico (9:04:30) en esta competencia, en la que nadó 3,8 kilómetros, hizo 180 en bicicleta y corrió otros 42.
Arce asegura que empezó tarde en lo que luego sería su pasión, pero su capacidad de estudio y la constancia lo han llevado a ser competitivo en poco tiempo.
Fue exactamente en 2009 cuando se inició en el triatlón, pero casi un año antes ni siquiera sabía nadar.
"Cuando empecé a nadar era bastante gratificante ver los avances, poco a poco fui conociendo personas que estaban en triatlón, eso me sonaba a un reto mucho más grande y me animé", recuerda.
Después de su primera competencia de tri, en distancia olímpica (1.500 metros de natación, 40 km de ciclismo y 10 de atletismo), vivió la dureza de esta disciplina.
"Sentí el cuerpo bastante golpeado, pero con muchas ganas de seguir entrenando", contó.
En ese momento y durante cuatro años contó con técnicos, de quienes asegura aprendió mucho. Sin embargo, en 2013 decidió que era momento de encargarse de sus propios entrenamientos.
¿Una apuesta arriesgada?
"Tengo un trabajo demandante (de lunes a viernes, en la empresa DXC como gerente de proyectos), entonces se me hacía complicado entrenar en grupo. Sentí que se me complicaba y era mucho más fácil entrenar solo", explica sobre su determinación.
De hecho, Pablo considera que desde que hizo ese viraje se exigió más y su nivel mejoró.
Investigar en Internet y escuchar a su cuerpo son dos de las claves para que sea un autodidacta del triatlón.
"Las personas reaccionan diferente a los entrenamientos, he encontrado los que me funcionan más (...) Ha habido prueba y error, pero creo que sí lo tengo dominado", explica.
Pablo deja ver que su principal característica es tomarse muy en serio el triatlón, pese a que no sea lo que le da de comer.
Cada día se levanta a las 4 a. m., entrena, se dirige al trabajo y cierra la jornada con otra sesión. Eso sí, a eso de las 8:30 p. m. sabe que ya debe dormir.
"Me mantengo entrenando todo el año, casi todos los días, lo que baja es intensidad y volumen, que dependen de cada competencia".
Este deportista de 33 años nunca pensó que llegaría a ese nivel de exigencia, pero tiempo después se clasificó al Mundial de Ironman, en 2016.
"Veía los tiempos y era súper competitivo, estaba muy lejos de esos tiempos en 2012. Pero a partir de ahí empecé a entrenar durísimo y a finales de 2014 fue que ya me sentí con posibilidades de competir", asevera con una sonrisa en su rostro, porque recuerda que ya está cerca de su segunda cita planetaria.
Arce estará nuevamente en el mundial, el próximo 14 de octubre en Kona, Hawái, donde espera entrar en el top 10 de su categoría, mejorando el puesto 17 del año pasado.
En total Pablo suma ocho Ironman y aunque no lleva la cuenta de los 70.3, calcula que son diez.
Lo recuerda e insiste en su filosofía: "El principal reto para una persona que trabaja a tiempo completo es ser lo más eficiente posible en todo lo que hace y organizarse bien".