En 1974 y 1978, Holanda forjó su leyenda en los Mundiales con vértigo y ataque, con su futbol total y el pressing como credo (por eso el técnico italiano Arrigo Sacchi vistió un traje ajeno: lo que él dice que inventó, ya estaba inventado).
A los holandeses nunca les alcanzó para un título mundial (“es el perdedor más querido del mundo”, escribió alguien): una pena excesiva para su modo de entender y practicar el futbol.
Castigados en este y otros torneos de jerarquía, la
Y Holanda está entre los ocho mejores del mundo –un logro que no alcanzaba desde 1998, con otro equipo de ataque–, cuatro triunfos –solo Argentina puede presumir de ello– y con las esperanzas abiertas de llegar aún más lejos.
Como alguna vez afirmó un técnico tico luego de un empate necesario, sin brillo y en cancha ajena: “La filosofía se la dejo a los filósofos. Si por un resultado tengo que torcer una idea, lo hago”.
Pues por ahí anda esta Holanda: despachó a Eslovaquia de esta Copa del Mundo, con un resultado tacaño ( 2-1 ), que a pesar de lo cerrado de los números no estuvo nunca cerca de perder; a lo sumo, coquetearon con un empate.
Como
Este equipo profundizó el camino de Marco van Basten, el anterior estratega oranje, quien se atrevió a cambiar el dibujo táctico del 4-3-3 (dogma de fe hasta entonces del futbol holandés) por un 4-4-2.
Van Marwijk cerró aún más el modelo y dejó las aventuras ofensivas y el desequilibrio en dos tamaños jugadores: Arjen Robben y Wesley Sneijder, ambos participantes del primer gol naranja.
Robben, en su primer partido como titular desde la lesión ante Hungría, dejó en claro su peso específico en el engranaje holandés: recibió un pase largo, larguísimo, de Sneijder, hizo la diagonal y su zurdazo, frente a tres eslovacos, fue imposible para Jan Mucha.
Gol de clase que puso el partido dónde quería Holanda y así ejerció control el resto del cotejo ante Eslovaquia, cuyos recursos no dan para mucho más.
Sin embargo, en dos oportunidades tocaron la puerta con fuerza, por medio de Miroslav Stoch y Robert Vittek, aprovechando que los holandeses decidieron estirar piernas en medio partido. En ambas, Maarten Sketelenburg intervino para mantener el 1-0 de los
Holanda resolvió el asunto al sacar ventaja de una salida a tontas y locas de Mucha que dejó la pelota en pies de Dirk Kuyt, quien habilitó a Sneijder para el 2-0.
Un penal riguroso contra Vittek, cobrado por él mismo, estrechó los números.
Holanda no juega mal, no es eso; mas gana sin encandilar y parece faltarle o traicionar algo, tanto que el mismísimo Johan Cruyff se quejó de este pragmatismo naranja.