Río de Janeiro
Los 18 oros con los que se retiró Michael Phelps en 2012 ya lo convertían en leyenda. Pero para él no era suficiente, quería más y llega a Río de Janeiro a consolidarse.
La natación acaparará la atención de la primera semana de los Juegos Olímpicos, a disputarse en el Parque Olímpico del 6 al 13 de agosto. Y todo el mundo está ansioso de ver el show que tiene preparado el nadador de 31 años antes del ahora sí esperado retiro.
Phelps tiene más medallas olímpicas que nadie: 22, de las cuales 18 son de oro.
En Londres, las cuatro doradas y dos plateadas le dejaron un mal sabor de boca. Tenía el recuerdo de aquel maravilloso Pekín con ocho podios.
“Nunca quise el 'que hubiera pasado si...'”, dijo Phelps sobre su regreso triunfal, después de polémicas, como su arresto en 2014 por conducir ebrio.
“Tener la posibilidad de volver a enamorarme del deporte es algo que siempre quise”, añadió la estrella.
En su quinta cita olímpica, Phelps llegará persiguiendo a los nadadores mejor clasificados del mundo en cada uno de sus eventos individuales, como el japonés Kosuke Hagino en los 200 metros combinados y el húngaro Laszlo Cseh en los 100 y 200 mariposa.
Pero a nadie sorprendería que toque primero la pared en Río y logre un retiro aún más dorado.
El protagonismo lo compartirá con su compatriota Katie Ledecky, que con un oro en Londres a los 15 años comenzó a proyectarse como otra gran estrella de la natación de Estados Unidos, un país que históricamente domina el medallero en esta disciplina. Hoy con 19, lo quiere todo.
Los desafiarán sus siempre rivales australianos y también los chinos, que esperan mantener el segundo lugar en la competencia en Londres, con cinco oros.
La esperanza para Latinoamérica es la delegación local, que buscará subir al podio.