From left, Costa Rica's Mario Montoya, Peru's Sebastian Jahnsen Madico, Serbia's Radovan Siljevski, and Finland's Matias Koski compete in a men's 200-meter freestyle swimming heat at the Aquatics Centre in the Olympic Park during the 2012 Summer Olympics in London, Sunday, July 29, 2012. (AP Photo/David J. Phillip) (David J. Phillip)
Londres. Para cualquiera de nosotros es difícil entender la felicidad de Mario Montoya luego de su participación de ayer en 200 libre: quedar eliminado en la primera ronda tras ocupar el puesto 33 entre 40 nadadores, no parece mucho.
Para el atleta, en cambio, el 1:51:66 que registró en el Centro Acuático del Parque Olímpico es toda una razón para celebrar e irse satisfecho de vacaciones.
Al fin y al cabo, obtuvo su victoria en Londres 2012.
Las metas de Montoya –y de cualquier otro nadador costarricense en la actualidad– están muy lejos de medallas olímpicas. Incluso muy distantes de soñar con una clasificación a las semifinales.
Los objetivos de Montoya se colocaban varios niveles más abajo: hacer su mejor tiempo de la temporada, que era de 1:54:14, y superar el 1:52:64 logrado en el Mundial de Shanghái del año pasado.
Este último tiene un significado particular: era, antes de ayer, el mejor tiempo que había hecho Montoya sin usar aquellos famosos trajes de poliuretano que permitieron a los nadadores bajar dramáticamente sus marcas y que fueron prohibidos por la Federación Internacional de Natación en el 2010.
Ese era un mojón importantísimo para el espigado nadador. Y ayer lo dejó muy atrás.
La marca conseguida por Mario aquí en Londres es la segunda mejor de su vida y únicamente queda por debajo del 1:51:30 que hizo en el Mundial de Roma 2009, vistiendo uno de esos trajes hoy vedados.
Incluso es mejor que el tiempo que hizo en su primera Olimpiada, 1:52:19 en Pekín 2008.
Ayer, al salir a dar declaraciones después de su actuación, Montoya reflejaba la satisfacción de alguien que se quitó de encima un lastre muy pesado.
Montoya llegó a estos Juegos en medio de cuestionamientos porque no se pudo clasificar con marca mínima sino que llegó gracias a una carta de invitación.
Sus tiempos en los últimos meses no fueron buenos, al punto de que en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 ni siquiera clasificó a las finales.
Por eso ayer parecía un hombre redimido por los resultados.
“Para mí este año no ha sido tan fácil. No había tocado ni siquiera el 1:52; había repetido muchas veces el 1:53 en la búsqueda de la marca. Este 1:51 sabe mejor”, fueron sus palabras en la Villa Olímpica, matizadas por una sonrisa de paz.
“Cierro la temporada con mi mejor marca. Este año ha sido difícil. Mi mejor tiempo sin traje fue el año pasado en Shanghái, bajar casi un segundo ha sido super bueno”, resume Montoya, quien se entrena desde el 2009 en la Universidad de El Turabo, en Puerto Rico.
Tal vez uno no termine de entender porqué Mario estaba tan contento, pero el reloj le da razones a Montoya para sentirse satisfecho con su actuación en Londres.1