Sebastien Loeb ganó su octavo título consecutivo en ralis y se convirtió en la más reciente leyenda del deporte, con el privilegio de ser el piloto activo más laureado del mundo de los motores.
El francés de 37 años no se cansa de dominar los circuitos mundiales y este año logró vencer muchas adversidades para conseguir el cetro que le permitió superar los siete trofeos de Fórmula 1 del alemán Michael Schumacher.
Tuvo una difícil lucha con Mikko Hirvonen y Jari-Matti Latvala, pero entre sus más enconados oponentes se sumó su compañero de equipo Sebastien Ogier, quien con ideales de grandeza sobrepasó a Loeb en varias competencias, hasta que el equipo le dijo a Ogier quién era la pieza principal de Citroën.
Junto a su inseparable copiloto Daniel Elena, Loeb tuvo que esperar a la última fecha para hacerse con el título, gracias a que Hirvonen debió abandonar la carrera por un accidente.
Hijo de un profesor de gimnasia, Loeb se convirtió en una promesa de ese deporte, pero su creciente pasión por la velocidad, las motociclistas y los autos fueron más fuertes que la influencia paterna.
Cuando cumplió los 21 años, en 1995, decidió dedicarse al ralismo. Aún sin equipo se fijó una meta para su vida: ser campeón del mundo.
Durante los siguientes cinco años ganó carreras pequeñas, nada importante, pero fue suficiente para que Citroën le diera la oportunidad; agradeció el gesto ganando algunos campeonatos de segundo nivel entre el 2000 y 2002, año en el que dio el salto al torneo principal.
Desde el 2004, cuando obtuvo su primer título, arrasó con todo. No dio oportunidades para que otro sea campeón, él lo quiere todo, principalmente agrandar su historia y demostrar por qué es uno de los grandes deportistas del momento.
Ostenta el récord de victorias, de títulos y de mejores tiempos en tramos de carreras.
Aunque había anunciado su retiro para el 2011, renovó dos años con su equipo y no vislumbra todavía si al terminar el contrato dejará de correr. Por ahora, la hegemonía puede durar un par de años más.