Miami. Dwyane Wade y LeBron James se la pasan discutiendo como hermanos. En más de una ocasión, se les vio gritándose durante los partidos del Heat en los playoff de la temporada pasada. Y cuando están en polos opuestos en las prácticas, atacan como si estuviesen enfrentando a cualquier oponente.
Ahora, están más unidos que nunca.
Y a punto de comenzar su segundo año como compañeros en Miami, Wade y James hablaron sobre su amistad ayer en una entrevista con The Associated Press.
“Tenemos una buena comunicación. No me molesta que me diga algo, y no tengo problema con decirle algo. Sabemos cómo hacer que funcione”, dice Wade.
Tienen tanto en común, que muchas veces les parece cómico.
Dejando de lado lo obvio: ambos están entre los jugadores mejor pagados de la NBA, y además se embolsan millones de dólares anuales en patrocinios. Son dos de los mejores anotadores de la liga, eternamente elegidos al juego de estrellas y reconocidos en todo el planeta.
Lo que muchos no conocen son los lazos que verdaderamente los unen, como haber tenido infancias difíciles, en hogares con un sólo padre, y darse cuenta desde temprana edad que el básquetbol era la herramienta para cambiar sus vidas.
James es de Akron, Ohio; Wade de Chicago. A James le encantan los tatuajes, y Wade no tiene ninguno. James entró a la NBA directo de la secundaria, pero Wade fue primero a la universidad.
De todas formas, Wade y James se consideran casi gemelos. “Eso tuvo mucho que ver con mi decisión de venir”, relató James.