JOHANNESBURGO. Aunque a veces sus exigencias no gustan demasiado, el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, se ha convertido en un héroe nacional en Sudáfrica por su apoyo incondicional al país anfitrión del primer Mundial en el continente.
Desde que se atribuyó el Mundial a Sudáfrica en 2004, las dudas sobre la capacidad del país para organizar la gran fiesta del futbol han sido recurrentes, pero el “presidente Blatter”, como le gusta que le llamen, las hizo desaparecer de un manotazo.
“Este Mundial será maravilloso, esperamos con impaciencia el comienzo”, ha reiterado en numerosas ocasiones el hombre que preside la FIFA desde 1998.
Subrayando que África ha dado mucho al mundo del futbol, Sepp Blatter también se declaró “muy orgulloso y feliz de que esta historia de amor se concrete por fin en una fiesta de boda”.
Como reconocimiento, el presidente sudafricano, Jacob Zuma, lo condecoró con la Orden de los Compañeros de OR Tambo, la más alta distinción del país. “Cuando los afro-pesimistas expresaron sus dudas sobre algunos puntos, siempre expresó su confianza en nosotros”, alegó el jefe de Estado.
Sepp Blatter, de 74 años, reconoció, no obstante, que la FIFA había tenido que hacer gala de “paciencia” con el país anfitrión, especialmente por la construcción demasiado lenta de los estadios y durante las huelgas de obreros. “A veces ha habido que presionar”.
“Naturalmente, no todo es perfecto, pero la perfección no existe”, dijo el domingo. Unas palabras que lo dicen todo en la boca de un experto de la comunicación que cuenta con presentarse para un nuevo mandato en 2011.
El suizo también se granjeó muchos amigos en Sudáfrica cuando defendió las vuvuzelas durante la Copa Confederaciones. Estas largas trompetas hacen tanto ruido que numerosos extranjeros pidieron su prohibición en estadios.