Jean-Paul Quirós Ramírez es un muchacho fornido, muy fornido para sus escasos 15 años de edad.
Su voz firme denota bastante satisfacción..., y seguridad.
Esa misma decisión fue la que tuvo para lanzarse a la piscina y salir con dos medallas de oro (100 y 200 metros pecho) y una de plata (100 libre) en las Olimpiadas Especiales de Verano 2001.
Cuentan que era muy introvertido, que al agua entraba con mucho cuidado, que no se lanzaba a la piscina...
“Tenía muchas ganas de competir porque era la primera vez que iba a competir internacionalmente”, comentó el estudiante de octavo año del colegio Father’s Home de Guadalupe, el jueves pasado, luego del desfile de la delegación costarricense por distintos cantones de San José.
La misma seguridad de esas palabras y la determinación con la que se lanzó a la piscina fue la que demostró al hacer el balance de las competencias en las que participó en las justas atenienses.
“Los rivales de Estados Unidos, Australia y Canadá eran muy fuertes. Tuve que tenerles mucho cuidado”, comentó.
Después de ganar sus medallas, ahora tiene una tarea: tiene que entrenar más fuerte, porque ya vienen las competencias nacionales. “Creo que empiezan en agosto”.
Mientras estas llegan, el nadador guarda los recuerdos de las justas atenienses.
“La verdad es que no hay palabras, todo es muy diferente. Fue una gran experiencia”.
Jean-Paul tiene 15 años y es un muchacho fornido para su edad. Grandote..., pero un adolescente a final de cuentas.
“A mí me gusta salir con mis amigos, estar en la laptop, estar en Facebook”, comentó.
Las tres medallas que cosechó tienen un dedicado: su abuelo, Gílbert Ramírez.
“Él falleció mientras yo entrenaba para ir a Atenas. A él se las dedico”, aseguró Jean-Paul.