Londres. Ayer Usain Bolt sí le dio con fuerza casi hasta al final, como para cerciorarse de que su compatriota Yohan Blake no podría arrebatarle el triunfo en el cierre.
Pero una vez que se aseguró de que Blake no podría derrotarlo, tal y como sí lo hizo en el preolímpico de Jamaica, Bolt se llevó el dedo índice de la mano izquierda a la boca y celebró su victoria en 200 metros.
De esta manera se convirtió en el primer hombre de la historia que gana en dos Olimpiadas consecutivas los 100 y los 200, las competencias más rápidas del atletismo.
Bolt triunfó con un tiempo de 19.32 segundos, a solo dos centésimas del récord olímpico, y encabezó un podio completamente jamaiquino, complementado por Blake (19.44) y Warren Weir (19.84).
Es la primera vez que Jamaica se deja todos los oros del 200 y es apenas el segundo país que lo logra, detrás de Estados Unidos, que hizo la barrida en seis Olimpiadas.
Día histórico. La final de los 200 fue el momento cumbre de una jornada que esperó casi dos horas para que saliera la gran estrella del atletismo mundial.
A las 8:40 p. m. (1:40 p. m. de Costa Rica), 15 minutos antes de que disputara la prueba, aparecieron los ocho finalistas en la pista para hacer su calentamiento, y el abarrotado Estadio Olímpico estalló en un solo alarido para celebrar la llegada del dueño de los récords mundiales de 100 y 200 metros.
Bolt, con el vedetismo que lo caracteriza, saludó y se preparó para convertirse en leyenda. Las tribunas se encendieron por los flashazos de las cámaras y celulares, mientras Bolt le pedía al público hacer silencio para la salida.
El jamaiquino se paró en sus bloques de salida, se persignó y esperó el momento de iniciar su carrera.
Fue uno de los más lentos para reaccionar a la orden de salida, aunque eso poco lo afectó pues rápidamente tomó la delantera, presionado muy de cerca por Blake.
En la curva ya la carrera estaba entre Bolt y Blake, seguidos muy de cerca por su compatriota Weir.
En 1988, el estadounidense Carl Lewis perdió la oportunidad de hacer lo que hizo Bolt ayer, cuando su compatriota Joe DeLoach lo derrotó en la final de los 200 en Seúl.
Ayer Blake parecía decidido a quitarle el oro a Bolt, pero el Relámpago tenía planes de marcar un hito y se mantuvo siempre adelante de su compañero de prácticas.
En las últimas zancadas supo que la gloria era suya y fue cuando se llevó el dedo índice a la boca.
“Fue para la gente que estaba diciendo que yo iba a ganar, que me iba a convertir en una leyenda. Ahora sí pueden hacerlo porque soy una leyenda viviente y ya”, aclaró más tarde, en una conferencia de prensa aún dentro del estadio, casi tres horas después de conquistar su victoria.
Luego de pasar por la meta se tiró a la pista para hacer lagartijas, celebró con sus colegas de podio, se abrazó con el público, le quitó la cámara a un fotógrafo para tomar fotos y le dio la vuelta al estadio perseguido por una nube de fotógrafos.
Esta vez ya no quiso callar a un estadio que deliraba luego de observar en acción al hombre más rápido en la historia del atletismo.