Los locutores de la RAI tardaron varios minutos en recuperarse del golpe y en comenzar a comentar la derrota por 3-2 contra Eslovaquia desde un punto de vista más frío y profesional.
La tradicional pasión del país se plasmó en una imagen bien clara en el Parlamento en Roma, cuando la noticia del primer gol eslovaco fue recibida con un grito generalizado. "Deberían calmarse un poco", pidió a sus señorías la vicepresidenta de la cámara de diputados, Rosy Bindi.
El gol de Antonio Di Natale devolvió esperanzas al poner el partido 2-1, pero no alcanzó para que los "azzurri" se colaran en los octavos de final.
"Qué vergenza, fue sencillamente ridículo", opinó el ministro Roberto Calderoni, de la ultraderechista Liga Norte.
La derrota se suma a otros escándalos en torno al equipo. Umberto Bossi, líder del mismo partido, acusó al fútbol italiano, lisa y llanamente, de corrupto. "De todas formas comprarán el partido", aventuró el martes. Luego tuvo que recular: era una broma, aseguró.
No menos dividido se encontró otro seguidor italiano ilustre: Tarcisio Bertone, secretario general del Vaticano y "segundo" del papa Benedicto XVI, quería apoya a Italia. Pero "tuve que decirle al santo padre que cruzaría los dedos por Alemania", reveló.