La Asamblea de Presidentes de la Primera División del baloncesto masculino decidió suspender por los próximos dos años la división por categorías de jugadores, la cual estaba en práctica desde 1996.
Ese órgano colegiado acogió una recomendación de la junta directiva de la Federación Costarricense de Baloncesto (Fecoba).
La medida debe ser ratificada por la Asamblea General del ente federativo en los siguientes días.
“Vimos que había un descenso en la productividad, las estadísticas así lo demostraban, y creemos que se debe a que los jugadores se cuidaban para no ser categorizados muy altos”, confirmó ayer el presidente de la Fecoba, José Carlos Barquero.
“Había jugadores importantes que solo jugaban 20 o 23 minutos (un partido dura 40), cuando podían jugar más”, añadió.
De acuerdo con el jerarca, se optó por ponerla en práctica por dos años, y no uno, para poder medir los efectos de la nueva directriz.
“Con esto se espera que los jugadores den su mejor esfuerzo y que se hagan más competitivos; esto redundaría en mejores espectáculos y se beneficiaría a la Selección, de cara a los Juegos Centroamericanos (en marzo del 2013 en Costa Rica)”, sostuvo Barquero.
El presidente federativo agregó que la puesta en pausa de la categorización se complementa con el mantenimiento del permiso a los equipos a contar con dos extranjeros en sus filas y la ampliación a tres de categoría sub-21.
“Con estos muchachos, se permitirá que puedan participar en otros lugares; por ejemplo, un sub-21 que juegue en San Carlos podría hacerlo con la Primera de Escazú. Esto no se podía hacer antes”, explicó Barquero.
Fue la desaparecida UIA la que se convirtió, entre tantos, en el “ejemplo más acabado” de acaparamiento de jugadores durante su paso por el baloncesto costarricense al inicio de ese decenio.
Los universitarios fueron campeones en 1992, 1993 y 1994.
Sin embargo, la categorización ya daba muestras de haber cumplido un ciclo y en el entorno del baloncesto era evidente la disconformidad con ella.
Luego de cada temporada y de acuerdo con sus estadísticas, los jugadores eran ubicados en tres categorías –A, B y C– y cada equipo disponía de un número determinado de basquetbolistas de cada una de ellas; por ejemplo, de la A solo podía contar con dos.
El sistema tenía una enorme incongruencia: si uno o más jugadores subían su rendimiento en su equipo y eran categorizados como clase A, y los dos A originales mantenían sus números, el equipo estaba obligado a deshacerse del “excedente” de basquetbolistas A.
Es decir, al final de cuentas, este sistema terminaba castigando el buen desempeño.