Londres. EFE El británico Andy Murray dejó ayer el trofeo de Wimbledon en tierras británicas por primera vez en 77 años al derrotar en la final al número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, quien claudicó ante el héroe local en Londres en tres horas y nueve minutos, por 6-4, 7-5 y 6-4.
El escocés, número dos del mundo, señaló tras proclamarse campeón en la pista central del All England Club, que ganar este Grand Slam es lo máximo en ese deporte.
“Creo que ganar Wimbledon es la cima del tenis. Todavía no me lo puedo creer” , afirmó Murray nada más entrar a la sala de prensa, abarrotada de periodistas que recibieron al ganador entre aplausos y felicitaciones.
“Ha sido una lucha muy difícil, también debido al calor. Un partido físicamente muy exigente y al final también mentalmente. El último juego ha sido el más duro de toda mi carrera”, apuntó el escocés, quien puso fin a la sequía británica en Wimbledon.
Gran parte de la rueda de prensa se centró en la última parte del duelo: “Al final del partido no sabía muy bien lo que estaba pasando, tenía un montón de sensaciones distintas en ese momento”, explicó el número dos del mundo.
El flamante campeón, que ganó el Open de EE. UU. el año pasado, dedicó la victoria a su lugar de origen, la localidad escocesa de Dunblane: “ Mis abuelos vieron el partido en el club deportivo local en el que crecí jugando. Siempre me han apoyado”, indicó.
El papel del público también tuvo su hueco en la rueda de prensa: “La atmósfera era diferente a lo que había experimentado en el pasado. Marcó la diferencia. Realmente ayuda un público así”, opinó el tenista, quien ya ganó sobre la pista central la medalla de oro en los pasados Juegos Olímpicos.
Preguntado por la figura de Fred Perry, el último británico que ganó Wimbledon en 1936, Murray reconoció que ha sido una figura “muy relevante” a lo largo de sus años como tenista.
“He hablado de él con mucha gente, incluso de su familia”, indicó el escocés, quien lamentaba no haber podido conocer nunca a su antecesor.
Su rival lo enaltece. El número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, admitió ayer que el escocés ha mejorado los aspectos psicológicos de su juego para llegar a imponerse en la final de Wimbledon por primera vez.
En los últimos años “ ha mejorado, evidentemente. Ganó el Abierto de Estados Unidos, la medalla de oro (en Londres 2012) y ahora Wimbledon. Eso lo dice todo. Creo que no hubo muchos cambios en su físico o en su táctica, sino que fue sobre todo mental”, apuntó Djokovic tras la final.
Murray ha sufrido durante años la presión de jugar ante su público en la pista central de Wimbledon, donde en los últimos cuatro años se había quedado a pocos pasos de ganar el torneo.
El serbio, por su parte, trataba de conquistar ayer su sexto Grand Slam, el segundo de la temporada tras ganar Australia en enero.
Djokovic, que cometió 40 errores no forzados, reconoció que no fue su mejor partido.
“ En algunos momentos no tuve la paciencia suficiente para encarar a mi rival”, finalizó.