Redacción
Hace un año Michael Barrantes llegó lleno de temor a China para jugar con el Shanghai Shenxin. El volante acepta que 12 meses atrás sus sensaciones le generaban duda; desde la comida hasta el idioma eran parte de las preocupaciones que lo invadían.
Los primeros cinco meses no fueron los ideales, de hecho el propio jugador acepta que para diciembre del 2015 su decisión estaba tomada: "no quería volver a China, ya toda la familia lo sabía". Seis meses después la percepción cambió y Barrantes se declara fascinado con ese país del continente asiático, en esta ocasión la segunda parte fue mejor que la primera.
Desde enero Michael pasó a ser mediocampista del Wuhan Zell de la segunda división de ese país; la opción de ir a este club fue como un salvavidas para la carrera del nacional, quien se cansó de esperar que un club tico lo quisiera.
El volante se centró en disfrutar la experiencia y superó los miedos de la única forma posible: enfrentándolos. Así decidió que su segundo hijo naciera en China, se atrevió a comer rana, ha probado tantos platos locales que no sabe responder si comió perro, gato o ratón, lo que tiene claro es que si lo hizo no le cayó mal; y ya sabe un par de palabras en mandarín.
Antes de dar el sí se asesoró de tal forma que los contratiempos no lo hicieran pasar un mal rato, como sucedió la primera vez. Un tema de suma importancia para el exsaprissista era ¿cómo darle la bienvenida a Enzo Barrantes (su hijo menor) al mundo?
"Yo quería un hospital con las condiciones óptimas, el tema del embarazo fue uno de mis temores para dar el sí, sobre todo por la comunicación y cómo se iba a manejar eso con el doctor, al final se decidió hablar con el club, ellos nos dieron las comodidades necesarias y fue más fácil. Nosotros en ese momento tuvimos a un chofer y un traductor las 24 horas disponible", recordó.
Ya con el pequeño Enzo con tres meses hay mucha tranquilidad en la familia Barrantes Apú; debido a que en el segundo semestre del 2015 hubo una situación que los tenía desanimados: Michael por su trabajo se distanciaba.
"A mí me tenía muy desmotivado el hecho de que yo salía muy temprano de casa y volvía muy tarde, yo llegaba a mi casa y todo el mundo estaba dormido. Llegamos a un momento que yo trabajaba y pues sacrificaba el tiempo con mi esposa y mi hijo, la verdad es que me causó un cansancio mental y físico muy alto", dijo.
También su dieta sufría... "Acepto la palabra temor, porque es una situación que uno maneja, cuando a mí me llegó la oportunidad fue una decisión complicada y difícil, porque el tema del idioma fue una barrera enorme... Pero también la comida se me tornó complicado al inicio, es más solo comí una comida en cuatro meses y era por un temor que siempre existió a probar
"Ahí comía arroz revuelto con huevo, tipo mix con pepino, tomate, zanahoria y ahí uno arrimaba unos pedacitos de carne que me recomendaban compañeros brasileños".
Para no sufrir en la parte mental, el mundialista de Brasil 2014 en su segunda experiencia decidió vivir más cerca del centro de entrenamiento, aunque estuviera alejado de la ciudad.
Además confiesa que ha probado la cultura culinaria del gigante de Asia, eso sí mientras no le digan que es lo que está consumiendo.
"Sino me dicen que es lo que como a veces agarró un pedacito de 'X' cosa y lo pruebo. Yo no puedo decir que he comido, pero si son muchas cosas. No sé si ya comí perro, no sé si ya comí gato o rata, pero por ejemplo un día de estos estuvimos en la presentación del entrenador y ahí nos dieron una comida, yo pregunté que era y mis compañeros comenzaron a hacer con la mano como una rana brincando, porque nadie habla inglés, entonces a puras señas uno entendió que era una rana o un sapo, al final eran las famosas ancas de rana. También comí Tortuga y sabía bien", señaló.
El deportista también ha visto como los chinos influyen hasta en su hijo mayor, Arjen.
El niño aprende el idioma mandarín en el kinder, y ya tiene costumbres que se ven en las mesas de las familias chinas.
"Él ya tiene cosas de la cultura de China, por ejemplo cómo se sienta en la mesa. Cuando estamos en la mesa comiendo sopa a mucha gente no le gusta ver que agarren la tasa y se la tomen como si fuera jugo, eso aquí es súper normal y pues él ha agarrado esa costumbre", contó entre risas.
Ver a Arjen pronunciar palabras del idioma adoptado hizo que el propio Michael desarrollara curiosidad por aprender.
El jugador no se atreve a tener largas conversaciones, pero al menos sabe dos frases que sirven para salir de apuros.
"Digamos que tengo dos palabras que me sacan de problemas: buyao (no quiero), una que se pronuncia como ti pu dón que quiere decir no entiendo, con eso corto de raíz la conversación", explicó.
En cuanto al traslado por la ciudad de Wuhan, Barrantes y su familia lo hacen normalmente por medio de taxi o un chofer de confianza.
"No me he animado a manejar todavía, pero el transporte es fatal, hay una cantidad enorme de carros y otra situación que provoca esto es que siempre están construyendo. Aquí si hay que estar en un lugar que está a 30 minutos hay que salir 2 horas antes. Aquí las carreteras son de 3 a 4 carriles pero hay demasiados carros", detalló.
El costarricense vive en un complejo en el que hay, según su descripción, de 70 a 100 torres de apartamentos.
"En este momento puedo decir que ha sido mucho más fácil vivir de lo que fueron nuestros primeros cuatro meses en China el año pasado, pues ahora conozco más de la cultura, y también porque me siento más adaptado y estoy difrutando día a día", concluyó Barrantes sobre su aventura asiática.
En lo deportivo: 'No he subido mi nivel, pero tampoco lo he bajado'
Por otra parte, en el aspecto deportivo Michael Barrantes declaró que es consciente que no está en una liga de primer mundo pero defiende que conserva un nivel de alto rendimiento, contrario a lo que se puede pensar.
"No he mejorano mi nivel, pero tampoco lo he bajado. Acá hay entrenadores interesantes, por ejemplo, ahora el mío será Ciro Ferrara. Yo sé que es un nivel que no da para crecer montones, pero tampoco vine a meterme con malos, este nivel de exige que estés en buena forma físicamente, tácticamente y técnicamente", evaluó.
De hecho, el exjugador del Aalesund de Noruega considera que todavía tiene lo necesario para estar en la Selección Nacional, aunque no es tomado en cuenta desde el amistoso que tuvo el equipo patrio frente a Nicaragua, a finales del año pasado.
Barrantes fue superado en convocatorias por jugadores del ámbito local como Rándall Azofeifa, Óscar Esteban Granados y David Guzmán.
"No soy tonto y no me oculto a la realidad, sé que hay un grupo, hay grandes jugadores y hay otros que han crecido muy bien en el ámbito local, pero yo no pienso en que no tenga millas o la calidad para estar en la Selección, el tema mío siento que va por la lejanía, tal vez al cuerpo técnico se le complica ver juegos y resultados de acá", explicó.
Michel termina contrato en octubre con su club, y de momento es claro en que la primera opción la tendrán ellos, empero no descarta regresar al país para estar cerca de la Tricolor.