Buenos Aires
El martes, por la Libertadores, Luis Fernando Mosquera, de Nacional de Medellín, le marcó a un Vélez un bellísimo gol de tiro libre. Estaba a centímetros de la pelota, miró a derecha y a izquierda como para dar un pase y, de pronto, sin tomar carrera, le pegó directo al arco. Le salió un tiro perfecto, despeinó al de la barrera y se incrustó en un ángulo alto. Fue espectacular.
Nos hizo pensar en una reflexión de Rodrigo Calvo, compañero de La Nación : “Los goles de tiro libre son muy apreciados en el futbol. Muchos son cobros artísticos que engalanan los campeonatos del mundo y despiertan los aplausos del aficionado”. ¡Cuán cierto es! Pero, ¿será una sensación personal o se marcan pocos goles de esa factura...?
Se marcan poco. En Costa Rica, nos cuenta Rodrigo en una columna, es al revés: hasta se marcó un récord de goles así, pero en el resto del mundo hay poquísimos. Dice una estadística que en 13 fechas del torneo argentino (130 partidos) se llevan convertidos 4 goles tiro libre. Nada. En Ecuador se contabilizan 5 en 83 partidos. “Yo recuerdo a comienzos de los 90 cuando Rubén Insua se paraba frente a la barrera en un cobro fuera del área, la gente palpitaba que era gol de Barcelona o pegaba en el palo, pero hoy en Ecuador casi no existen los goles de tiro libre”, señala el colega Ricardo Vasconcellos. Un informe del diario El País , de España, dice que allá también se anota poco de este modo. Y nosotros, que vemos mucho futbol inglés, casi no recordamos especialistas en esta materia. Apenas algunos aciertos de Gerrard y de Rooney, no muchos.
Efectivamente, se ven escasos goles de esa factura. En Colombia es una vía mejor utilizada. Se anotaron 18 goles de tiro libre en 134 juegos hasta el último domingo. Igual, se podrían marcar muchos más. El remate es uno los pocos aspectos técnicos que se mejora con repetición. Pero Colombia es una excepción, en la mayoría de los países se están convirtiendo pocos tantos así. Se prefiere tirar el centro antes que ejecutar directo. Recordamos la importancia de los goles de Valentierra en la Copa Libertadores ganada por Once Caldas en 2004. Inolvidable aquel misil tierra-aire frente al Santos desde 30 metros al ángulo. Lo mismo que los goles de Nelinho en Cruzeiro en los años 70.
En una semifinal de Copa, en 1975, Independiente-Cruzeiro en Avellaneda, apenas comenzado el juego, Nelinho avanzó por su banda (era lateral derecho) y cuando pisaba la raya de la media cancha, sacó una bomba que se estrelló en el palo izquierdo de Santoro. Mínimo fue desde 45 o 50 metros. Los hinchas nos quedamos fríos.
También recordamos al chileno Jorge Aravena, quien con la pelota actual (la antigua, los días de lluvia pesaba dos kilos) haría de 15 a 20 goles de falta por temporada.
Pero, ¿qué pasa actualmente... ya no hay buenos rematadores...? ¿Es un recurso pasado de moda...?
En absoluto, como fórmula tiene vigencia plena, es fantástica para resolver partidos cerrados. Que le pregunten a Cristiano Ronaldo si es anticuado. Buena parte de los goles del crack portugués son de falta directa, aunque el suyo es un caso aparte: tiene un remate extraordinario, que reúne dirección, fuerza y efecto. Una “folha seca” pero con violencia. La “folha seca” de Didí se elevaba sobre la barrera y caía suave al otro palo donde se ubicaba el arquero. Los de Cristiano van como un misil e igual bajan y se clavan. Aparte, con la pelota moderna, que es más liviana y viborea, los arqueros la tienen muy difícil ante disparos así. Muchas veces, el “uno” intuye dónde puede ir la pelota del madridista, pero el misil igual pasa.
Siempre el tiro libre fue una opción magnífica para ganar partidos, para abrir defensas abroqueladas o bien cuando uno necesita llegar al gol y los avances carecen de ingenio, de sorpresa. ¿Cuál es el secreto del tiro libre...? Lo dicen todos los especialistas: 50% de buena pegada y 50% de ensayo. No es necesario ser Cristiano para embocarla.
Rogerio Ceni, célebre arquero de San Pablo que lleva 103 goles en su carrera (65 goles de falta directa), reveló que antes de patear el primer tiro libre en un partido oficial, en 1997, practicó 15.000 lanzamientos durante los entrenamientos en su club: “Pateaba entre 2.500 y 3.000 tiros libres por mes después de las prácticas”.
La implantación del aerosol para que los árbitros señalen dónde debe situarse la barrera en los tiros libres, es un avance. En Suramérica se le hace bastante caso; en Europa aún no se usa. Los europeos son remisos a aceptar una innovación originada aquí. Sin embargo, les vendría bien. Las barreras se adelantan más que acá. Una de las pocas veces que uno puede ver a Messi quejarse por algo en una cancha no es cuando le pegan una patada sino cuando va a patear una falta cerca del área y la barrera empieza a dar pasitos cortos hacia adelante. Sabe que eso reduce muchísimo la chance de gol. Pero los jueces no tienen la autoridad suficiente para amonestar o, si fuera el caso, expulsar por los adelantamientos, que nos “roban” goles.
El uruguayo Rubén Paz, genial y exquisito autor de goles de falta, dice que actualmente ve poca paciencia para quedarse a entrenar tiros libres después de las prácticas. “Antes, el que pateaba bien ya sabía que tenía que quedarse después de hora, no protestaba”. Ese es otro punto. El técnico de hoy, ¿le dice a un crack “Lombardi, quédese media hora más a practicar tiros libres ...?”. Huuuuummmmm... Lo más factible es que Lombardi, ya con la llave del carro en la mano, lo mire mal.