Los sudafricanos organizaron una especie de demostración pública del ambiente que preparan para el Mundial.
Empezó como una convocatoria espontánea que luego se amplió a través de los medios de prensa y las redes sociales.
A las 12 en punto (cuando en Costa Rica eran apenas las 4 a. m.) todos estaban invitados a salir a la calle y transmitir ese sabor africano que hará tan especial esta edición 2010 de los mundiales.
Los aficionados usaron el principal arsenal que exhibirán en los estadios a partir de mañana: las estruendosas
También salieron con banderas, camisas de los
La celebración recorrió todo el país, con énfasis en Johannesburgo, donde se encuentran la mayoría de periodistas y visitantes extranjeros. Además, porque la selección local se mostró ante su público en esta ciudad, sobre una carroza.
A las 12 en punto, con la mejor puntualidad, empezaron a sonar las primeras
Fue un llamado contagioso: a los pocos minutos las calles estaban repletas y los edificios quedaron vacíos.
Los vehículos ayudaron con sus bocinas, y durante un buen rato eso fue todo lo que pudieron hacer, porque las vías quedaron secuestradas por el bullicio y la fiesta.
“Es como buscar una energía interior, como una fuerza de creatividad que construye y alegra”, explicó en el barrio Parktown (al norte) Bárbara, una de las miles de personas que hicieron una pausa para celebrar la mejor cara que tiene el futbol.
En un país conocido por sus grandes barreras del pasado, esta vez no hubo problemas para compartir un abrazo.
Por ahí apareció un balón y también fue posible compartir un pase en media calle. Los carros podían esperar.
No fue algo planeado con tiempo, ni se había hecho antes, y no está previsto repetirlo. Pero sirvió para demostrar que, si los estadios, el transporte y la seguridad son todo un desafío para Sudáfrica, no habrá ningún problema para vivir con pasión desde las gradas.
“Nunca esperamos algo así. No eran cientos, ¡eran miles!” confesó emocionado a la televisión Siphiwe Tshabalala, un integrante de los
La actividad duró hora y media. El festejo se fue apagando de a poquitos; las
La gente se fue para la casa, la escuela o el trabajo con la satisfacción de haber sido parte de algo importante. Después de todo, como dijo alguna vez Menotti, el futbol es una excusa para ser feliz.