Redacción. EFE Dos remates, dos goles. El Barcelona volvió a congelarse ante un equipo que se cierra atrás y perdió, 2 a 1, en Escocia. Como siguiendo los pasos del Chelsea en la semifinal de la temporada pasada, el Celtic detuvo la clasificación blaugrana a los octavos de final de la Liga de Campeones.
Hace dos semanas, Jordi Alba sentenció a este mismo equipo en el tiempo añadido. El futbol fue, aquella vez, justo con el club católico, lo hizo caer de la forma más cruel: en el último suspiro. Ayer, en cambio, el encierro en defensa de los escoceses tuvo un premio tan inmerecido como inesperado.
Porque no hubo ninguna diferencia entre el Celtic del Camp Nou y el que se vio en Glasgow. El equipo local volvió a cometer otro atentado contra el espectáculo futbolístico con una táctica defensiva que, eso sí, volvió a poner contra las cuerdas al poderoso Barça.
Esta vez, además, la propuesta contó con el agravante de ser perpetrada ante su público y en un escenario tan auténtico y futbolero como el Celtic Park, que vitoreaba cada córner conquistado por los suyos, cada fuera de banda provocado en campo contrario, como si fuera el gol que les daba el campeonato.
Con todo el equipo atrás, defendiendo por detrás del balón y resignado a un contragolpe o a una opción desde táctica fija para hacer el gol, el Celtic se sentía feliz.
Y esa jugada, nacida de la nada, llegó a los 20 minutos de juego cuando Wanyama le ganó el salto a Jordi Alba en el segundo palo y cabeceó a gol un saque de esquina.
Fue, no hace falta ni decirlo, la única ocasión del Celtic en toda la primera mitad. El conjunto escocés solo dispuso del balón un 18% del tiempo antes del descanso.
Los visitantes fabricaron el suficiente peligro para marcharse al descanso al menos con el empate. Las dos ocasiones más claras, un disparo de Messi y un cabezazo de Alves, se estrellaron en los postes.
Ya en la segunda mitad, Tito Vilanova dio entrada a Villa y Cesc Fábregas para reforzar el ataque. Messi se encendió y el juego se convirtió en un monólogo azulgrana.
El astro argentino tuvo un par de ocasiones claras, pero el arquero Fraser Forster se empeñó en imponerse como héroe. Cuando más exigido parecía el Celtic, el recién ingresado Watts recogió un pelotazo arriba para batir a Valdés a la contra, a falta de solo siete minutos.
El Barça lo siguió intentando hasta el final, pero solo pudo recortar distancias por mediación de Messi, que por fin logró batir a Forster en el tiempo añadido.
La Pulga ni siquiera tuvo tiempo de dedicarle el gol a su hijo Thiago y el conjunto azulgrana tampoco de igualar ya el partido.
La derrota no debe preocupar tanto al Barcelona, que se mantiene en la cima de su grupo. La hombrada del Celtic sí los perfila como segundos del grupo y además les da el honor de decir que le ganaron a un Barcelona en perfecto estado.