Buenos Aires
“Hubiese dado una Libertadores a cambio de evitar el descenso”, dijo melancólico Ricardo Bochini, símbolo supremo del Independiente, Rey de Copas. No es una elección fácil. Dar gloria a cambio de esquivar la deshonra de la “B”, ese fantasma tan dramático para los grandes clubes. El Bocha, la máxima inteligencia que este cronista haya visto sobre un rectángulo, fue la estrella del sorteo de la 55ª. edición de la Copa Libertadores, el pasado jueves en Asunción.
La Conmebol homenajeó a Independiente por sus siete títulos, una hazaña notable, realzada por un detalle no menor: jugó siete finales y ganó las siete. Durante la cena, surgió el tema de debate: ¿era más fácil antiguamente ganar la Copa? “Ahora el campeón debe jugar desde el arranque, son 14 partidos, y antes entraba en semifinal”, dijo alguien.
“Sí, pero antes jugabas contra equipos que eran máquinas, no como ahora”, replicó Bochini. “Peñarol y Nacional tenían 7 u 8 jugadores cada uno en la selección uruguaya, que era tremenda. Aparte las semifinales eran triangulares. A Independiente del 75 le tocó un grupo con Rosario Central y Cruzeiro. En Central jugaba el mejor Kempes de la historia, los hermanos Killer en defensa, Pascuttini, Bóveda... El Cruzeiro histórico con Dirceu Lopes, Nelinho, Wilson Piazza, Joaozinho, Palhinha, Raúl en el arco. Ese equipo perdió con nosotros, pero al año siguiente fue campeón, y en el 77 llegó a la final de nuevo, con Boca”.
Hay aspectos en los que la Copa mejoró en relación con el pasado. Campos mejores, hay más garantías para el visitante, el arbitraje aún con deficiencias, es mejor; la televisión es un fiscal excelente, la preparación física se superó...
La gran diferencia es que antiguamente, todos los cracks que surgían en Sudamérica y eran muchísimos permanecían en el continente, o al menos iban a Europa después de siete u ocho años de carrera aquí. Ahora los buenos se van muy temprano.
Neymar es un paradigma: la disputó (y la ganó) a los 19 años. Tal vez vuelva a vivirla a los 34, cuando regrese de su aventura europea. Lo mismo pasó con Ronaldinho y con Ronaldo y con tantos argentinos y uruguayos.
Para México 70, Uruguay –terminó cuarto– armó una selección poderosa, con nueve futbolistas de Nacional y ocho de Peñarol. Figuraban entre ellos Ubiña, Anchetta, Mugica, Montero Castillo, Cubilla, Espárrago, Julio César Morales por los tricolores; Mazurkiewicz, Caetano, Rocha, Cortés, Matosas por los aurinegros, que además contaban en sus filas con dos extranjeros excepcionales, el chileno Elías Figueroa y el argentino Ermindo Onega. Por su parte los foráneos de Nacional eran los brasileños Manga y Celio Taveira, y el sensacional Luis Artime.
Ninguno de los jugadores actuales de Peñarol, Nacional o Defensor que disputarán la Libertadores integra la Celeste . Entre los 38 clubes de la Libertadores, todos juntos, no debe haber cinco jugadores que vayan al próximo Mundial.
Universitario de Lima tuvo entre los 60 y los 70 equipos fantásticos, y logró una proeza jamás repetida: en el término de 48 horas venció en Buenos Aires a River y a Racing, que sería el campeón con el mejor equipo de sus 110 años: Cejas, Perfumo, Basile, el Panadero Díaz, Humberto Maschio...
Chile fue al Mundial 74 con toda la base del inolvidable Colo Colo del 73, que perdió la final con Independiente. Estaban Caszely, Chamaco Valdés, Ahumada, el Pollo Véliz, Leonel Herrera, Galindo...
Para llegar a la final, el Cacique tuvo que eliminar a un grandísimo Botafogo, que alineaba a Brito, zaguero titular de Brasil en Inglaterra 66 y México 70; a Dirceu, triple mundialista y dueño de una zurda de oro; a Zequinha, que sumó 58 partidos en la selección brasileña; a un monstruo de la historia: Jairzinho, todavía con 28 años; a Marinho Chagas, el célebre lateral izquierdo rubio que era un espectáculo por sí solo. Marinho está considerado uno de los más notables en su puesto junto a Nilton Santos, Junior, Branco y Roberto Carlos. Se sumaba un extranjero de excepción: Lobo Fischer, potentísimo goleador que venía de San Lorenzo.
Esa máquina carioca ni siquiera pudo llegar a la final. Así eran todos los equipos del Atlántico. Los del Pacífico tenían mínimas chances, aunque hubo formaciones muy fuertes, como el Universitario del 72 y ese Colo Colo del 73.
Independiente no hilvanó una cadena de títulos porque jugaba menos partidos y así era más fácil. Fue multicampeón porque tenía a Santoro, Pavoni, Comisso, Sá, el Zurdo López, Galván, Raimondo, Pastoriza, Semenewicz, Percy Rojas, Balbuena, Bochini, Bertoni, talentos capaces de cualquier hazaña. Como decía El Veco, amigo entrañable, periodista inolvidable: “Antes, para ser campeón había que tener póquer de ases, hoy con un full alcanza”.