Rustenburgo. Uruguay pasa a la próxima ronda en medio de cánticos y felicidad. México también cumple los deberes, pero lo hace con dudas y caras largas.
Bastaba con ver la conferencia de prensa de ambos entrenadores para entender la diferencia. Óscar Washintgon Tabárez estaba relajado, aunque sin perder el modo de severo profesor universitario.
Javier Aguirre entró a la defensiva, entre caras largas. Leyendo el lenguaje corporal del entrenador y los periodistas aztecas, no parecía que se hubieran clasificado.
En el momento de atender a los medios no sabían cuál rival les correspondería en octavos. Aguirre admitió que lo más probable era Argentina, casi con resignación.
Horas después el presentimiento se le confirmó con la victoria albiceleste ante Grecia.
“Creo que (Argentina) es un equipo grande, un equipo muy completo, difícil al ataque. No nos queda más que seguir trabajando”, comentó el volante mexicano Rafael Márquez.
México mantuvo viva su racha de superar la primera ronda en todos los mundiales en los que participó desde 1986, mientras que Uruguay avanzó a los octavos por primera vez desde Italia 1990.
Rectitud. La victoria uruguaya aplastó las especulaciones sobre la posibilidad de que los dos equipos americanos “negociaran” un empate para asegurarse el boleto por encima de Francia y Sudáfrica.
No hubo tal pacto. Los charrúas entraron a liquidar, a aprovechar ese excelente momento que muestran en la cita africana.
“Desde antes dije que me molestaban ese tipo de afirmaciones”, aseguró Tabárez. “Los dos equipos salimos a jugar. Estos valores, como la honestidad, son muy importantes para nosotros”.
Por su parte, el artillero uruguayo Luis Suárez debutó como anotador en un Mundial; para Suárez representó algo más: el primero que le dedica a su futura hija.
Suárez, de 23 años y figura del Ajax de Holanda, se prepara para ser padre en agosto pues su esposa Sofía, que está en Barcelona, tiene un embarazo de seis meses.
“La dedicación va a mi señora y a mi futura hija”.