Al final de los 120 minutos, el rostro imperturbable de Joachim Löw se permitió esbozar una leve sonrisa.
El estratega teutón prefirió esperar hasta la última puntada del tejido que hilvanó en el partido final, para culminar sobre el césped del mítico Maracaná la perfomance del mejor equipo del Mundial 2014. Alemania, ¡de principio a fin!
Mientras los primeros planos de la televisión alternaban la sonrisa inédita del “imperturbable” con el rictus de su colega y rival, Alejandro Sabella, la mirada electrónica transmitía a millones de espectadores en todos los países las “cucharas” del sorprendido Lionel Messi al recibir el Balón de Oro, un trofeo que a los ojos del orbe y en su fuero interno, la Pulga sabe que no lo merece. ¡Porque no lo merece!
Pronunciar que Alemania es el campeón mundial es redundar en la consolidación de un proceso que Löw inició hace unos diez años.
Ayer, el mejor elenco del certamen certificó en Brasil 2014 la jerarquía de un monarca histórico.
Porque además de que Alemania obtuvo por cuarta vez el máximo galardón del fútbol (54, 74, 90, 2014), es la primera oportunidad en la que una nación europea asciende al podio y logra el título en América, nuestro vasto continente.
¿Qué hiciste, Pipita? O, más bien: ¿Por qué no lo hiciste, Pipita? Gonzalo Pipita Higuaín la tuvo clara cuando se jugaban 20 minutos.
Mecanizado, exacto y bien aceitado, pero humano al fin, del engranaje alemán saltó un craso error.
Toni Kross quiso devolver una pelota que le quedó franca a Higuaín. Solo ante Manuel Neuer, el Pipita jamás miró al arco y su precipitado remate se perdió a varios metros del palo vertical de mano derecha de Neuer. ¡Imperdonable!
Esa fue la única acción que pudo haber roto el equilibrio que primó en los primeros 45 minutos.
En el complemento, conforme avanzaba el tiempo y el factor pulmón comenzaba a hacer estragos en los protagonistas, principalmente en los argentinos, la ecuación tácita de administrar el oxígeno para dosificar los riesgos pareció operar en los dos equipos. Hasta entonces, en Alemania destacaban el taconear de Schweinsteiger y el laborioso Özil, ante los afanes de Zabaleta, Lavezzi y la jerarquía indeclinable de Javier Mascherano con su estirpe de capitán.
Es tiempo de sobrevida. Corren siete del alargue, 112 del total. Schuerrle se desprende a todo tren sobre el carril izquierdo. Centra a media altura. Mario Gotze domina con el pecho, baja a tierra y con un zurdazo fusila a Sergio Romero.
Suficiente. Tras el último silbato, “el imperturbable” estrenó su sonrisa. ¡Alemania, campeón!