“Todos, desde que salimos a la cancha, estábamos convencidos de que podíamos lograr lo que se hizo. Había una sensación de que se podía hacer algo histórico”.
Así resume César Eduardo Méndez, asistente de Alexandre Guimaraes en aquel memorable Aztecazo de junio del 2001.
El hoy técnico del Santos de Guápiles afirma que nunca olvidará ver a los jugadores repitiendo una y otra vez, fuertemente en el camerino: “Vamos a hacer historia; vamos a hacer historia”.
Y es que el banquillo tricolor vivió diversas sensaciones aquel sábado al mediodía.
Pese al positivismo que siempre manejó el grupo, Costa Rica comenzó perdiendo. Un gol, tomado con tranquilidad desde la banca.
Con los ánimos al tope, la charla de medio tiempo solo sirvió para idear el plan de la segunda mitad.
“Fue más de manejo táctico; de ordenar y dar seguridad. Más allá de eso, ya había un ambiente motivado. Entonces la charla de Guima fue más bien para que el equipo se ajustara”, dijo Méndez.
Sele se hizo sentir. Para el estratega de origen uruguayo, hubo un hecho que marcó un antes y un después en ese partido y fue la pequeña gresca que tuvieron Paulo Wanchope y el azteca José Salvador Carmona antes del empate.
“Medio hubo una pelea y apenas fue agredido (Wanchope), se vino todo el equipo dentro de la cancha encima de Carmona. Eso fue decir: acá estamos todos juntos y nadie nos pasa por encima”, añadió.
Méndez comentó, a manera de anécdota, que a Wanchope poco le gustó que lo sacaran de la cancha por Hernán Medford.
“Paulo salió y me dijo en la banca: “Profe, justo ahora que ya los teníamos me sacan”. Pero apenas Medford hizo el gol, el primero con el que me abracé fue con Paulo, quién me gritaba alegremente: “buen cambio, buen cambio”.