La leyenda de Pelé en los Mundiales se gestó desde que puso el primer pie en Suecia 1958, su primera experiencia a ese nivel.
Tenía tan solo 17 años cuando empezó a deslumbrar al mundo.
Siendo casi un niño mostró que se había adelantado a su época. Quizás 20, 30 ó 40 años. Quizás toda una eternidad.
En cuatro compromisos marcó seis anotaciones (uno en cuartos de final contra Gales, tres frente Francia en semifinales y dos en la final ante los suecos).
Brasil consiguió su primer título y Pelé se aseguró un lugar en la historia. Empero, quería más.
Fue con gran ilusión a Chile 1962 y a Inglaterra 1966, pero de ambos torneos salió lesionado, cargado a patadas por ser la amenaza absoluta.
La diferencia fue que en el certamen en suelo suramericano estaba Garrincha, quien tomó su lugar y llevó a Brasil al bicampeonato. En territorio inglés no tuvo quién condujera el barco.
En ambos, jugó dos partidos y anotó solo en una ocasión.
Sin embargo, aún quedaba una oportunidad más: México 1970. Fue su adiós y consagración.
Marcó cuatro goles en los seis partidos que definieron a uno de los mejores equipos de la historia, sellando una ruta perfecta hasta el trofeo Jules Rimet.
Con ese logro se convirtió en el único jugador en ganar tres Copas (nadie lo hizo de nuevo).
Completo. A lo largo de su carrera mundialista, así como en todo el resto de su paso por el profesionalismo, O Rei demostró que sus capacidades físicas y buen manejo del balón no tenían comparación.
Su buen salto, dominio de ambas piernas, potente disparo y gran inteligencia dentro del campo, se denotan en su amplio repertorio de anotaciones en Mundiales (12).
Por si fuera poco, resistía golpes como el acero, pues nunca faltó quien lo quisiera afuera con rapidez. Aún sin los grandes avances médicos de hoy, los malintencionados pocas veces tuvieron éxito.
Todo esto lo llevó a la cima, de la cual no baja todavía.
No obstante, no hay que esconder que los equipos de Brasil que integró, exhibían talento por todas partes. Más el del 70.
También, le sirvió que el futbol ofensivo tenía vía libre. De tres delanteros para arriba. Ni cerca de los sistemas defensivos actuales.