Para muchas personas, la propuesta de Qatar para ser anfitrión de la Copa Mundo en el 2022 parecía tan improbable como el equipo de trineo de Jamaica para los Juegos de Invierno.
Los 3,2 millones de aficionados al futbol de todo el planeta que asistieron a la Copa Mundo de este año en Sudáfrica equivalen al doble de la población entera de Qatar, que de todas maneras se reduce durante los meses de verano, cuando se jugarán los partidos.
El calor en Qatar en esa época del año puede subir a 50°C.
La propuesta de los organizadores es circular aire helado por los estadios. Puede que esto no esté a tono con el empuje declarado que la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) da a la “sostenibilidad”.
Sin embargo, se supone que la gran helada se producirá –en teoría– con paneles solares.
La oferta ganadora de Qatar refleja el talento del emirato para usar su vasta riqueza derivada del gas para ganar amigos e influenciar gente.
Le facilita a los Estados Unidos una gigantesca base aérea y no le cobra un centavo de alquiler.
También tiene buenas relaciones con Irán y con Siria y con los movimientos opuestos a Occidente que patrocinan en Palestina y el Líbano, Hamas y Hezbolá.
En los círculos deportivos, Qatar cabildeó vigorosamente en Asia y África, autodefiniéndose como un representante del mundo árabe como un todo, y ofreció traer el torneo a Oriente Medio por primera vez.
El fondo de riqueza soberana de Qatar nunca cesa de andar de compras en pos de empresas occidentales de campanillas, y ha engullido, en todo o en parte, compañías tales como J. Sainsbury (un grupo de supermercados que tiene sede central en Gran Bretaña), Harrods (una tienda de Londres), Fairmont Raffles (una cadena de hoteles) y trozos de bancos tales como Credit Suisse, Barclays y Santander.
Más recientemente, Qatar adquirió la famosa Miramax, una compañía productora de películas de Hollywood.
Qatar va a necesitar una gran cantidad de infraestructura nueva. En el presente, casi no tiene transporte público.
Durante un reciente torneo de tenis de clase mundial, los aficionados tenían que esperar durante más de una hora para tomar un taxi, que es prácticamente la única forma de movilizarse.
Para el 2022, dicen funcionarios de Qatar, el emirato tendrá ferrocarriles, incluyendo el enlace de alta velocidad a las islas en el vecino reino de Bahrain.
Los hoteles de Qatar se cuentan entre los más caros del mundo, por lo que también va a ser necesario formar una escala presupuestaria.
Las propuestas de la FIFA generalmente conllevan propuestas para beneficiar a los ciudadanos residentes en el país sede, en especial a los más pobres.
Donación de estadios. Dado que los ciudadanos de Qatar (excluyendo al 85% de la población que son extranjeros y llevan a cabo la mayor parte de los trabajos que no requieren especialización y buena parte de los administrativos) ya son la gente más rica del mundo per cápita, el gobierno dice que desmantelará varios estadios después del campeonato y los enviará a países pobres.
De cualquier modo, ser la sede del campeonato convertirá al lugar en un nombre muy conocido, aunque muchos occidentales lo encuentran difícil de pronunciar.
La “q” inicial requiere un difícil sonido gutural en la parte posterior de la garganta, equivalente a algo que se encuentra aproximadamente entre el sonido de una “k” y el de una “j” en español.
Traducción de Gerardo Chaves para La Nación