Yokohama, Japón. AFP. El Pachuca mexicano solo pudo terminar en cuarta posición al perder en el partido por el tercer puesto ante el Gamba Osaka japonés por 1-0, durante la jornada de cierre del Mundial de Clubes de la FIFA, disputado en tierras niponas.
Un gol de Masato Yamazaki en el minuto 29 permitió al equipo local hacerse con el bronce en esta competición, igualando de esta forma el puesto logrado por sus compatriotas de Urawa Red Diamonds en 2007, mientras que Pachuca, que intentaba ser tercero como lo fue Necaxa en 2000 y el Deportivo Saprissa en 2005 (como representantes de la Concacaf), no pudo lograr su objetivo.
El conjunto azteca, que llegó de primero a territorio asiático (el pasado 5 de diciembre) tenía grandes expectativas. Además, quería lavarse el rostro ante la terrible presentación que ofreció el año anterior, cuando cayó en el primer juego ante el Étoile du Sahel de Túnez (0-1), el cual correspondía apenas a los cuartos de final.
En esta ocasión, lo hizo mejor que tal año, pero deja la competición habiendo decepcionado en los dos últimos partidos.
El técnico Enrique Ojitos Meza introdujo cinco cambios en el equipo con respecto a la semifinal perdida el miércoles ante Liga de Quito, dejando en el banco a jugadores que no rindieron como se esperaba de ellos, tales como Bruno Marioni, Fausto Pinto y Julio Manzur.
El técnico mexicano afirmó que el cuarto lugar le dejó un mal sabor de boca, pero se marchó contento con el juego del equipo.
“No veníamos a lograr un cuarto lugar, pero lo merecemos porque lo obtuvimos. No quedé conforme, pero tampoco me voy disgustado. El equipo estuvo a la altura de las circunstancias, pero no acertamos de cara al gol. Hicimos un papel decoroso y por momentos jugamos bastante bien”, señaló el timonel.
El tanto de Masato Yamazaki llegó en una acción en la que Marco Pérez y Leonardo López se vieron sorprendidos por un excelente pase de primera intención del japonés Ryuji Bando a sus espaldas.
Este encontró un hueco entre los dos defensas y batió al guardameta colombiano Miguel Calero sin siquiera detener el balón.