Nadine Kessler ya se sentía más que halagada con su nominación como mejor futbolista del mundo y con eso, la alemana se daba por satisfecha.
No es que la mediocampista de 26 años se sintiera menos que la brasileña Marta o que la estadounidense Abby Wambach.
Simplemente que no estaba acostumbrada a la gala y de las tres, era la única que nunca había conquistado esta distinción que equivale al Balón de Oro.
Ella estaba frente a frente con Marta, ganadora del premio en cinco ocasiones y la norteamericana se dejó la estatuilla en 2012, pero esta vez, la mejor era otra, nacida en Europa.
Pero su currículo la colocaba de favorita, a pesar de que ella ni siquiera se lo imaginaba.
“Ni en el mejor de los sueños podía pensar en ganar este premio”, dijo Nadine Kessler con la voz entrecortada.
La jugadora del Wolfsburgo fue determinante en los éxitos de su equipo, que aparte de ganar la Bundesliga, también se alzó con la Liga de Campeones.
Ella recibió el 17,52 por ciento de los votos emitidos, y superó a las otras aspirantes.
Marta obtuvo el respaldo del 14,16% de los electores y la estadounidense Abby Wambach se quedó con el 13,33%.
“Tengo el corazón en un puño. Nunca en la vida imaginé ganar un premio como este, pero no me gustaría olvidarme de Junior Malanda, cuya muerte ha conmocionado a todo el equipo”, dijo la jugadora al recoger el premio, refiriéndose al internacional belga del Wolfsburgo que murió el sábado en un accidente.
Kessler es nativa de un pequeño pueblo alemán llamado Landstuhl y se ligó al fútbol desde antes de dar sus primeros pasos.
La razón es que su papá también jugaba y la pasión por este deporte la traía en la sangre.
Aunque el estudio fue una de sus prioridades, jamás dejó el balompié y el tiempo se encargó de demostrar su casta en la cancha.
Cuando tenía 17 años firmó su primer contrato profesional, sin sospechar que casi diez años después sería la mejor del mundo.