La Azzurra solo se animó a tirar piedras en los últimos minutos, cuando la causa estaba casi perdida. Ni rescató el empate, ni evitó el papelón. Fue un equipo apresurado e incompetente, que ya no gana a la italiana: con sufrimiento.
Eslovaquia se aprovechó de esta caricatura para escribir la mejor hazaña de su corta historia futbolera. Los libros dirán que eliminó 3-2 al campeón, un marcador que suena espléndido, pero que solo se explica por el estado final de desesperación de los italianos.
El equipo azul cayó ante un rival todavía más mísero, que no se sonrojó con bajezas como tirarse al piso a perder tiempo. A Eslovaquia le cayó del cielo este monarca tan descolorido, al que todos los del grupo se sintieron con autoridad para decirle las verdades en la cara.
Los eslovacos desprecian la técnica, pero tienen un puñado de centuriones con actitud de cobradores de impuestos en la Edad Media. Saben intimidar y no tienen miedo de coleccionar tarjetas amarillas.
Los primeros intercambios comprobaron la escasez de Italia, descaradamente feliz de que Paraguay le hiciera la tarea evitando un triunfo de Nueva Zelanda.
Arrugaron la cara con el primer gol eslovaco. Fue un regalo absurdo de Daniele de Rossi, cuando la defensa iba de salida. Era lo que faltaba: además de ser inoperante en ataque, la Azzurra resultó autodestructiva en defensa.
El marcador en contra obligó al equipo de Marcello Lippi a salir de su caparazón habitual, el
La
Los eslovacos detectaron los espacios, suficientes para hacer un pic-nic, y terminaron de dejar en cueros al campeón. Italia trató de responder y los 30 minutos finales se convirtieron en frenesí de goles; eran puñetazos de dos combatientes a un paso de colapsar.
Consciente de que la reserva estaba en el mínimo, Eslovaquia sacó un arsenal de trucos, desde provocar al rival hasta fingir lesiones. No tuvieron pudor para lanzar manotazos, detener un avance con patadas o reventar la pelota en dirección a la luna. Con todo, fue un cierre trepidante, de lo mejor que se ha visto en esta discreta Copa.
Italia, confundida y a punto de estallar en lágrimas, no tuvo para dar ese