La selección de España, número uno del orbe, volvió a tropezar en un partido amistoso, esta vez en su visita a Inglaterra, como le ocurrió antes contra Argentina y Portugal. Salió derrotada del mágico estadio de Wembley, frente a una defensiva Inglaterra que aprovechó un gol de Frank Lampard en balón detenido.
En el escenario que nunca olvidan los protagonistas que pisan el césped, España realizó un ejercicio de personalidad que acabó como castigo a algunos instantes en que se relajaron.
Apostó Fabio Capello, buen conocedor y gran admirador del futbol español, por juntar línea defensiva y media. Dos líneas de jugadores unidos, en un 4-5-1 en el que la última prioridad era atacar. Para eso ya engancharían algún contraataque. Alguna acción a balón parado. El objetivo era eliminar espacios. Rebajar la imaginación española.
Las diabluras de Iniesta o Silva no se culminaban por falta de acierto en el pase final. La imagen era de superioridad pero hasta el minuto 32 no llegó el primer disparo. Fue de Silva, con poco espacio, a las manos de Joe Hart.
Respondía al primer intento de los ingleses, cuando Lampard armó con rapidez el disparo a las manos de Iker Casillas. Inglaterra busca un estilo, fiel imagen de su técnico, Capello.
Sin su referencia, Wayne Rooney, castigado por una expulsión que le impedirá jugar la primera fase de la Eurocopa, las pocas dosis de calidad las puso un futbolista de otra época. Scott Parker es un centrocampista que no desentonaría en los años 60, en el futbol de blanco y negro. Puso el orden en su selección con mucha clase.
Del Bosque se había marchado con desasosiego segundos antes de que el colegiado señalase el descanso. Su arenga parecía tener efecto, Villa remató nada más comenzar la reanudación, pero recibió un castigo inesperado. Una falta lateral la remató con potencia Bent, ganando la partida por alto a la defensa española, y el balón se estrelló en el poste para caer en bandeja a Lampard, quien marcó.
El gol desató minutos de duda en
España aprendió una lección. Nunca debe relajarse, ni afrontar con una motivación diferente un amistoso que uno oficial.