En todo caso habría que aplicar el espíritu japonés: copiar lo bueno de Occidente sin perder jamás la educación, la mentalidad y las tradiciones de Oriente. Así pues sí, diría el Chavo.
Con ilusión, frotándonos las manos casi, nos sentamos en el living para ver Gales-Inglaterra por la Eliminatoria de la Eurocopa. Un estadio fascinante, la siempre impecable pulcritud británica en el ingreso de los equipos, inmaculados en sus vestimentas roja (Gales) y blanca (Inglaterra), la corrección y perfecta ubicación de los 74.500 espectadores, todos sentados, el impactante verde del césped, que más parece cortado por peluqueros que por jardineros. Visualmente no existe en el mundo una puesta en escena con el buen gusto de la británica. Ninguna otra liga o país del mundo está en condiciones de igualar su sentido estético.
Uno puede pasar varios minutos contemplando la foto del rey Jorge V de Inglaterra saludando en el centro del campo al equipo del Manchester City. Es en la final de la FA Cup de 1934, en Wembley. El monarca, de galera y bastón, acompañado por el Primer Ministro, saluda uno a uno a los jugadores del City, perfectamente atildados y alineados, en tanto el capitán va indicándole a Su Majestad el nombre de cada jugador. Solo Inglaterra es capaz de producir una escena así.
Pasa con la Liga Inglesa, no existe un espectáculo mejor montado y organizado.
Pero luego hay que jugar' Y en el momento en que suena el silbato finaliza el buen gusto, concluyen las ideas. El refinamiento da paso a la mecanización, a los consabidos centros aéreos, a los pases laterales. Es todo como comer sin sal. No hay un amague, una gambeta, un freno, es decir el condimento que le da sabor a la hamburguesa.
Porque cuando se habla de selecciones, no están los 200 o 300 extranjeros que le dan brillo a la Premier League. Hay que jugar con lo nacional. Y ahí el nivel baja abruptamente. Por eso Inglaterra no figura en los Mundiales y Gales ni se clasifica.
A los 15 minutos vencía Inglaterra 2 a 0. Luego, los aburridos intentos locales por aproximarse al arco del excelente Joe Hart (¿Cómo Capello no lo llevó al Mundial teniendo tantos problemas en el puesto'?). Uno no imagina de qué forma podría Gales marcar un gol, que no sea por una falta o mediante un cabezazo. No se le advierte una idea, una pizca de talento, una chispa de picardía; tampoco elegancia ni contundencia.
Cualquier equipo sudamericano, incluidos Bolivia y Venezuela, tienen más futbol y mejores jugadores que Gales.
El hincha mira el futbol europeo y se detiene en España, Francia, Inglaterra, Alemania' Pero hay 53 asociaciones europeas. Y hay decenas de “Gales”: Andorra, Luxemburgo, San Marino, Liechtenstein ... Hay muchos más de nivel similar. La Copa Mundial de Corea y Japón 2002 reunió 15 selecciones europeas. Este número fue criteriosamente reducido luego a 13 plazas. No da para más.
Inglaterra fue apenas superior. Consiguió un triunfo burocrático. El solo hecho de tener a Rooney lo obliga al triunfo. Y luego están el bueno de Ashley Cole, la pegada y el buen trato de pelota de Frank Lampard (tampoco es uuuuuuuuuuhhhhhh') Y el arquero Hart. Los demás, unos buenos muchachos.
Así, entre bostezos, llegamos a los 90 minutos y nos libramos de Gales-Inglaterra. Parafraseando al Bambino Veira, “el mejor futbol del mundo' hasta que empieza el partido”.