“Qué manera de subir y bajar de las nubes”, le cantó Joaquín Sabina al Atlético de Madrid en su centenario. Así sintetizó el alma de un club que tiene impregnado el sufrimiento en su ADN.
Así es la difícil vida de los colchoneros, con temporadas que van de pelear el descenso a conquistar una Europa League y hacer historia de alguna u otro forma.
Por eso el Atleti no puede menospreciar ninguna copa, dar por menos algún trofeo o dejar de festejar cualquier victoria.
Ni siquiera por el hecho de que ya está salvada la temporada con la más que ansiada clasificación a la Champions League.
Esa es la responsabilidad con la que entraran a la cancha los dirigidos de Diego Simeone, la de regalar alegría a una afición siempre ávida de renovar sueños de grandeza.
Y es que es mucho el tiempo de sequía en casa: 17 largos años.
Desde el mágico doblete de 1996, el Atlético no ha vuelto a ganar un título de liga ni una copa en casa. Lo más fue el regreso a la primera división española, en el 2002.
Sume 14 años sin ganar un derbi capitalino al más odiado rival, el todopoderoso Real Madrid.
Suena trillado en el deporte, pero suele ser muchas veces cierto: este es un caso de mucho por ganar y nada que perder.
Motivación le sobrará a los rojiblancos en el Bernabéu.
Equipo de finales. Astro de aquel doblete, Simeone regresó a Madrid para reavivar el incansable espíritu luchador del Atlético.
Con el Cholo no se negocia el esfuerzo y menos cuando hay una copa para ganar en la cancha.
Bajo su tutela el equipo ha ganado, de manera inobjetable, las finales de la Europa League (goleada al Athletic de Bilbao) y de la Supercopa de Europa (goleada al Chelsea).
Ayuda que el Tigre Radamel Falcao se convierte, en propias palabras, en un “bestia en las finales”. Algo le invade el alma y firma de esos goles de leyenda.