Pero la experiencia también acarrea sus lados positivos: es una vitrina para tratar de saltar a otros campeonatos y permite saber qué se siente vivir sin la casa blindada con rejas, una precaución indispensable en Costa Rica para que el televisor y la refrigeradora no desaparezcan en cualquier descuido.
Rechazado por Alajuelense cuando tenía 14 años, Michael Barrantes vive desde agosto su sueño europeo y disfruta la experiencia en una ciudad donde prácticamente no conocen qué es la delincuencia común.
Usted empezó en futbol sala, ¿cómo llegó al futbol de cancha grande de Primera División?
Para mucha gente va a ser sorpresa, pero yo empecé en las ligas menores de la Liga Deportiva Alajuelense, en el Proyecto San José. Con 14 años fui a la sede central en Alajuela, pero me dijeron que yo no tenía ni cualidades ni calidad para llegar a ser futbolista. Mi mamá sufría mucho para darme los pasajes para ir de Cristo Rey a Alajuela. Los días que hacíamos doble sesión de entrenamiento no tenía para almorzar ni dónde descansar. Entonces un día dije que ya no volvía más. Tomé una mala decisión porque dije que tampoco quería estudiar, sino trabajar de una vez.
En una venta de repuestos que me abrió las puertas a los 15 años. Les mando un gran abrazo desde Noruega a don Rodolfo Ramírez, su hijo y su familia, de Autorrepuestos San Martín.
A través de otro amigo, Érick Arce, contacté a Hugo Madrigal (exfutbolista), que estaba jugando en San Ramón. La primera vez que fui a hacer prueba tuve que pedir permiso en el trabajo.
La verdad es que sí, pero me la terminó de dar un compañero al que le decíamos Tío William. El lunes tenía que presentarme a trabajar y no llegué, pues me fui a San Ramón a los primeros entrenamientos. A la semana don Orlando (de León) me dijo que me quedara. Tuve pérdidas, fue como un rebajo salarial pasar a San Ramón, porque me pagaban menos dinero.
Es que yo tenía esa ambición de llegar a Primera División. Todo mundo me decía que yo podía llegar hasta ahí.
Fue un momento difícil, yo tenía 20 años, le decía a mi papá: ‘A un jugador descendido ¿quién lo va a contratar en Primera?’.
Si me tocaba, pues lo iba a hacer. Tenía que seguir mostrándome. En eso apareció la oportunidad de pasar a Puntarenas. El primer año, con Ronald Mora, casi no tuve participación y me pasó por la mente dejar todo tirado y volver a San José. Después llegó Luis Diego Arnáez y empecé a jugar.
A todos nos cuesta, algunos no tienen la oportunidad de mostrarse, otros afortunadamente sí la tuvimos. Pero siempre es un cambio muy grande.
La afición de todos los equipos es exigente, tal vez esa (Saprissa) se hace sentir un poco más, igual que la de la Liga. A veces la afición no entiende que uno no comete los errores porque quiere. Hay que asimilar este aspecto, es algo que le ha pasado a algunos colegas que llegan de equipos pequeños.
No sé en qué momento se habrán fijado en mí. Un día me llamaron, que si estaba dispuesto a escucharlos y negociar.
Sí lo pensé mucho. Uno no puede tomar esto a la ligera, hay que pensar en la familia, el pasarse a una cultura diferente, el idioma, el futbol. Estaba muy tranquilo al saber que estaba Pablo (Herrera) acá. Estoy muy contento, tratando de adaptarme lo más rápido posible.
Fue muy difícil, llegué y por dicha era verano. Pero está el idioma, uno no sabe cómo pedir nada.
Mucho, cuidado y no el 100% de tomar la decisión de venir acá. Si Pablo no estuviera aquí, hace rato hubiera salido corriendo. Es un país que te cambia la vida totalmente. Nosotros estamos acostumbrados a un trajín de vida muy acelerado, aquí es tranquilo y relajado, nadie se mete con vos. Podés dejar la puerta de la casa abierta todo el día y no pasa nada.
Ese es el punto más importante de la adaptación, sobre todo en mi caso, que como dije no tengo estudios. De inglés, sé las palabras que he podido ir recopilando. Estos son los retos que uno toma para ir creciendo en esta experiencia.
El entrenador mío es Pablo. Es el traductor. Tengo que repetirlo, si no estuviera aquí, hace rato hubiera preferido regresar a mi país o buscar otra opción donde se me faciliten más las cosas.
Todos los futbolistas soñamos con llegar a grandes equipos, pero primero tenemos que afrentar el reto de hacer las cosas bien en el equipo donde estamos. Ahora tengo que tratar de consolidarme en el Aalesunds, ir paso a paso.