08/04/2012 Estadio Fello Meza/Partido Cartago Puntarenas Foto de Diana Mendez/Para La Nacion (Diana Mendez)
Puntarenas llegó a hacer gala de que no tiene nada que perder ni que ganar. Solo le queda incomodar.
Jugó sin miedo y con mucho ahínco, así dominó la inicial y remontó el gol de José Villalobos Chan , quien cabeceó un cobro de tiro de esquina, al 13’.
Francisco Flores fue un demonio en la inicial y el responsable de construir el juego de su equipo.
Por esa vía llegó la paridad. Flores y Fernando Cardoso se combinaron, otra vez, para desdoblar rápido y meterse por la izquierda. Flores quedó solo y centró a la cabeza de Yendrick Ruiz , ¡golazo!
El 1-2 desenmascaró una de las falencias más feas del Cartaginés. Daniel Quirós se la devolvió a Flores para que se internara y centrara justo. Ahí apareció, como fantasma, Edder Nelson para empalmar el balón. Durante esta acción, ningún defensa brumoso se movió.
Ese mismo recurso que en el futbol criollo suele significar patear la bola para que un delantero se “funda” intentando alcanzarla.
Cartaginés sí lo hizo como se debe. Como su media no recuperaba ni armaba, el estratega Johnny Chaves se brincó esa línea. Mandó a Eduardo Valverde a ocultarse entre la línea de tres defensas y de allí crear el futbol tan necesario.
Sus pelotazos más bien fueron lances precisos hacia Andrés Lezcano y Josué Mitchell . Ellos alargaban la bola o la devolvían a los volantes que para ese entonces eran cuatro hombres en avanzada con los laterales adelantados para cerrar una línea de recuperación.
Así, el partido quedó donde Chaves lo quería: a la disposición de un error naranja, de un tiro de esquina oportunista o un cobro en los alrededores del área.
Súmele que el empate fue un regalo, porque, al 48’, un centro disparatado le cayó a un Hansell Arauz solitario, quien apenas rozó el balón para encontrar a Josué Mitchell aún más desmarcado.
El tercero fue recurrir a la receta más conocida del Cartaginés. Valverde cobró tiro de esquina y Carlos Johnson cruzó el área para saltar más alto que nadie y empujarla.
Puntarenas mereció más y Cartaginés parchó sus yerros, los que debe corregir para sobrevivir a la parte más álgida del Verano.