El sueño sigue intacto. Santos de Guápiles, el equipo humilde pero ganador, tiene el pecho inflado: está en la final de la Liga de Concacaf.
La faena ante el Árabe Unido de Panamá no fue nada sencilla. Los caribeños tuvieron que sudar de más y el técnico Johnny Chaves sacar lo mejor de su mente maestra para imponerse 1-0 en el Nacional.
El partido fue de meter pata, de soportar el juego brusco y físico de los canaleros. Típico de una semifinal.
Juego perfecto para que lo resolviera el jugador que se caracteriza por ir al frente, por soltar la rienda a su juego físico y poner la frente en alto cuando lo llaman a duelo.
Se trata de Kenny Cunningham, quien concretó el único dardo del encuentro, en un momento imposible para que los visitantes pudieran reponerse.
Cunningham anotó de pierna derecha en un pase largo de José Garro. Cristhiam Lagos intentó pivotear y el balón le quedó servido a Kenny para perforar la red.
Lo festejó con todo, como se festeja un gol de esos. Sin camiseta, bajo la lluvia, con la euforia de un grupo que entrena día a día para lograr sus objetivos. En el banquillo se vivió igual, jugadores y cuerpo técnico se fundieron en abrazos y brincos.
Los guapileños iniciaron el juego como con amarras, con más tensión de la cuenta.
La presión alta de los panameños los afectó. El equipo local se vio imposibilitado para salir jugando y hacer transiciones, situación que mermó toda la estructura del esquema santista.
El atacante Kenneth Dixon estuvo participativo, pero hasta ahí. No le faltó garra, sin embargo, en este tipo de juegos se necesita un poco más. Esa gota de sudor extra que marca la diferencia en el fútbol internacional.
El portero Alejandro Gómez emergió como la figura. Dos tapadas en el primer tiempo y otra en el segundo le permitieron a los caribeños mantener el cero en el arco y continuar con sus aspiraciones al título.
El carrilero Ian Smith hizo gala de su continuo crecimiento, no se achicó en la marca y se adueñó por completo de la banda derecha con su rapidez.
Ya para el segundo tiempo, al Árabe Unido le pasó la factura su estrategia inicial. No corrían igual, había desgaste y eso claro que lo aprovechó el Santos.
Chaves movió el banquillo, ingresaron Starling Matarrita, Cristhiam Lagos y Diego Díaz. Matarrita fue el verdadero revulsivo, entró encarador y le sacó provecho a su picardía.
Además, el espigado delantero Lagos por poco amplía la ventaja en tiempo de reposición con un cabezazo que se estrelló en el vertical.
De esta manera se labró un juego para la historia: Santos está en la final de un torneo internacional de Concacaf y lo hace con todos los méritos posibles, con proceso en el banquillo y una idea de juego envidiable.