Dejarlo todo atrás para intentar jugar en Primera representa un riesgo. Puede que al final del camino esté dibujado el éxito, pero también puede estar el fracaso.
Habrá jóvenes muy preparados para enfrentar el reto cueste lo que cueste; otros, no tanto.
Por eso los clubes ahora buscan ayudar a los que abandonan sus hogares a tempranas edades, incluso con un psicólogo u orientador. Es más, lo ven como necesario.
“No solo hay que preocuparse por el desarrollo futbolístico, sino por el integral del muchacho. Aquí en Saprissa trabajamos con un psicopedagogo que siempre les pregunta si están bien, si están mal”, contó el coordinador de ligas menores moradas, Gerardo Ureña.
“Lo más importante es que un muchacho tenga objetivos de vida, aunque sea a corta edad. Eso y una personalidad fuerte lo llevarán largo. Otros que todavía no están muy claros son los que tienen problemas”, dijo el mencionado psicopedagogo de Saprissa, Carlos Marín.
“Nosotros le encargábamos a los orientadores de los colegios a estar hablando con ellos, dándoles consejos”, expresó Luis Torres acerca de su experiencia como director de ligas menores en Brujas.
“Además, los entrenadores fungíamos a veces hasta de padres. A más de una reunión de algún colegio fui. Eso lo agradecen”, dijo.
Ese tema familiar fue uno en el que todos los entrevistados coincidieron en su nivel de importancia.
“Aunque en el que se instalen sea un buen núcleo familiar, no es fácil. Hay algunos que en unos minutos se sienten tranquilos, a otros que sí les afecta. A ellos hay que ayudarlos”, dijo el coordinador manudo, Enrique Vásquez.