El saprissismo llegó bien optimista al clásico: los mensajes de texto de mis amigos no me dejan mentir. A las 10 p. m. ya era otra cosa: que el equipo no levanta, falta poner a este, aquel no rinde, el técnico aquello.
El futbol permite modificar la realidad, el universo entero, en solo 90 minutos. O incluso menos. Al medio tiempo del clásico había una confianza moderada entre la visita, y los liguistas se comían las uñas mientras la televisión mostraba a Óscar Ramírez haciendo caras antes de abandonar el banquillo. Pero en solo 45 minutos pasó un huracán y lo dejó todo de cabeza: los alajuelenses terminaron sonando la canción El Rey y los seguidores del Monstruo pusieron gesto atribulado, recordando las congojas del Invierno.
Era un atrevimiento llegar tan seguros cuando el único respaldo fue la victoria ante San Carlos en la primera fecha. Los norteños tienen un buen cuadro, pero sin profundidad en la banca. Geiner Segura se lesionó en el calentamiento y la media cancha resultó un desastre. Tan mal estuvo la contención de los sancarleños, que no pudieron detener a un Walter Centeno que cada vez corre menos dentro de la cancha.
Para estos efectos, la triangular de los 90 Minutos por la Vida no es un parámetro. Representa hermosos valores del futbol, la solidaridad, el empuje de los jugadores jóvenes y las graderías libres de violencia. Ojalá siga existiendo y creciendo. Pero en términos de competencia, es un colectivo con uniforme en vez de petos, que contribuye a una misión noble. No alcanza para que ningún equipo se envalentone; sería estirar demasiado la cobija.
Sin pergaminos sólidos, los morados se creyeron con autoridad de ir a retar al campeón en su propia casa. El gol tan tempranero de Jairo Arrieta estuvo mal administrado y el cubo de hielo se les derritió en cuatro minutos.
Tiempo, tiempo. Los aficionados no conocen la palabra paciencia. Quieren todo ya. El entrenador mexicano de Saprissa ni se había terminado de memorizar los nombres de los jugadores y ya le estaban pidiendo resultados.
Bien aprovechada, la derrota del lunes debe esconder lecturas para los de Tibás. El cuerpo técnico tendrá que evaluar la respuesta física de sus jugadores de más de 30 años. Ya hablamos de Centeno, mientras que Alejandro Sequeira pasa chocando y presionando a los centrales adversarios, según el esquema de un centro delantero acuerpado por dos punteros. Es un estilo muy europeo, de moda en el futbol, pero requiere aire y potencia.
La Liga debe cuestionarse por qué resuelve tarde los partidos, aunque claramente sigue siendo superior a su rival. Pero tampoco es para alarmarse tanto: estas son solo las pintas de enero.