Como todos –o la mayoría de los de su estirpe–, Édgar Carvajal siente que el fútbol fluye por dentro, como sangre por las venas.
El joven estratega, debutante con su equipo As Puma en la Primera División, es capaz de razonar la dinámica de un juego –como el de ayer– con mucho de sinceridad y algo de ingenuidad.
Durante el partido, hubo un momento en que, sin proponérselo, optó por ingresar al terreno de juego para devolver lo más rápido posible una pelota que salía del campo.
Es lo que llamamos un fiebre, sin que este calificativo reste en su currículo. Todo lo contrario.
Es amable. Es claro. Es sincero. “El resultado no fue tan justo. A lo largo de 70 minutos jugamos un partido bastante bueno, de tú a tú contra un gran equipo, como es el Deportivo Saprissa.
“Al final, no nos alcanzó, porque nos hicieron dos goles a balón parado. Pero salgo contento con el desempeño del equipo. La idea era venir, mostrar buen fútbol y dejar una buena impresión.
“Les dije a los muchachos en el camerino: esto es solo el principio y si seguimos jugando con tan buen nivel como hoy (ayer), los próximos resultados serán bastante favorables para nosotros”, puntualizó.
Consultado acerca de si el aspecto de la condición física les pasó la factura en el segundo tiempo, Carvajal lo reconoció parcialmente.
“Probablemente sí, pero no hay que ignorar que los dos últimos goles nos lo hicieron por medio de jugadas a balón parado, un aspecto táctico y estratégico que tendremos que trabajar bastante.
“En el transcurso de la semana revisaremos a fondo el video (del partido). Además de los goles por balón parado (táctica fija), permitimos que Saprissa avanzara por los costados. Y eso era un punto que habíamos estudiado a fondo”.
El hombre no dijo más. Saludó cortésmente y se levantó de la mesa de los micrófonos con un “¡buenas tardes!” Se ve que conoce de fútbol. Y le corre por las venas.